
La tarde anterior dos campesinos nos dan el visto bueno para dormir en un campo cosechado. Pero quizá no eran los dueños y a las 4:20 de la madrugada escuchamos un motor muy cerca de la tienda de campaña que nos va despertando poco a poco hasta ser conscientes. Pensamos que está justo parado en la carretera, pero está en el campo y comienza a roturarlo. No sabemos si nos habrá visto, subimos la cremallera y con los primeros rayos de sol del día, vemos las luces de un tractor, el polvo y escuchamos como se aproxima. Hablamos con él y nos ofrece té y seguir durmiendo, pero es su campo y está trabajando, toca madrugar. El cielo amenaza lluvia y seguro que estaba trabajando el campo para evitarla. Al final del día, desde el hotel vemos llover al otro lado de la ventana, el señor del tractor ha evitado que nos mojemos.