
Es la hora de comer, hace calor y aunque llevamos sólo 50km ya tenemos hambre. Entramos en Büyükyoncalli y vemos una panadería pequeña que regenta un señor mayor muy amable y encantador. Tratamos de decirle cosas en turco cuando una mujer entra y le parece entrañable nuestro esfuerzo. Nos sonríe y le deseamos buen día en turco: ii guunar! Al salir nos sentamos en un bordillo y nos hacemos un bocadillo con restos que traemos desde Macedonia, a punto de terminar y marcharnos la mujer de antes sale con un plato lleno de postres locales que ha hecho ella. Nos habla en turco y nosotros a ella en castellano, no nos entendemos, pero nos entendemos. El detalle, la sonrisa, la generosidad, eso nos hace crecer como personas.