El 30 de noviembre salimos de Dolissie hacia la frontera con Gabón. Nos separan 285km la mayoría por caminos y en caso de que llueva, pueden ser etapas muy duras. El día es soleado y cuando se acaba la carretera cerca de Mila Mila, los caminos están secos. Días antes una alemana que viaja de avanzadilla nos dice que ha sufrido mucho por el barro de empujar la bici. Nuestro plan es quedarnos en es mercado, pero hemos llegado rápido y nos marcamos quitarnos cuantos más kilómetros mejor de caminos embarrados. Ponemos en ojo en Loubetsi donde sabemos que hay una iglesia donde dormir. El calor, la humedad, los caminos, que aunque secos, son duros, los kilómetros, la mayor etapa del viaje, las horas, el poco alimento: unas frutas y un yogur hacen que al final de etapa no paremos de sudar, no bajen las pulsaciones y nos pida el cuerpo descansar.
Es un pueblo humilde, la iglesia está en construcción y nos ofrece unos cuartos que hay en la trasera para viajeros. Hay unas chapas para ducharnos y todo parece muy favorable. Pero los cuartos son de 2×2 literal, lo justo cabe la cama y son habitáculos uno seguido de otro construidos con adobe y techo de chapa. Hace mucho calor dentro, conseguimos una mosquitera que clavan en la estructura de madera. El suelo es de tierra y cuando nos hemos duchado metemos todo como un tetris, bicis incluidas subidas sobre las alforjas. A la hora de ir a la cama hace mucho calor y sudamos sin parar, pero nos dormimos de puro cansancio. En mitad de la noche escuchamos ruidos, parece que es el perro que merodeaba la noche anterior que esta mordiendo la botella de plástico que había en el suelo, pero es dentro, es nuestra bolsa de comida y una rata mordisquea el borde. Encendemos la linterna, huye, pero el daño está hecho. No ha llegado a la comida y la metemos dentro de la cama. El resto de la noche son las ranas, de nuevo las ratas en nuestra cabeza, los gallos antes de amanecer o un perro apaleado por los chicos locales para separarlo de una perra con la que se ha quedado enganchada. Ha sido una noche larga de muchos sonidos y aunque con sueño, nos alegramos de salir y montarnos sobre la bici.