En la segunda etapa de Italia el pronóstico del tiempo acierta y a partir del kilómetro veinte comienza a chispear para dar paso a un tormentón en el momento más duro de la etapa que nos ha dejado mojados y helados.
Nos refugiamos debajo de un balcón, las canaletas no dan a basto y caen chorros desde el tejado. El sonido nos acompaña mientras comemos algo para reponer fuerzas y miramos cuanto nos queda por delante.
Seguro que a lo largo de año y medio grabaré el sonido de la lluvia en diferentes situaciones.