
En un viaje de año y medio es inevitable que la lluvia y los diferentes sonidos y sensaciones que nos provoca esté presente. Teníamos muy claro que queríamos dormir esa noche a refugio sin tienda ya que el pronóstico era muy malo, pero la falta de seriedad del otro camping nos dejó sin margen de maniobra y la única opción fue ir a un camping donde sabíamos que nos íbamos a mojar. Pusimos la tienda debajo de árboles y aún y todo pronto comenzó a llover. Desde las 17:00 de la tarde tímidamente soltaba pequeñas duchas soportables, pero a partir de las 21:00 la tormenta se plantó sobre nuestras cabezas y arreció. Los relámpagos caían cerca, pero captar su sonido era más difícil. Nos quedamos con el sonido de tres horas con las consecuentes goteras en el interior.