Dejamos Kang atrás, iniciamos una carretera de 110km sin pueblos hasta Hukuntsi. Hace calor, el día está despejado y por suerte hay árboles de vez en cuando que son nuestro refugio. En una de esas paradas para comer algo y escapar del sol, cuando te paras a escuchar la naturaleza habla con fuerza. Sus cigarras respiran. Es probable que durante estos días de desierto grabe más sonidos de animales.