
Llegamos a las 6:00 de la mañana en el ferry a Split. Un cielo raso y buena temperatura nos espera, ya estamos en los Balcanes. Tenemos más de cinco horas para entrar al alojamiento y hay que hacer tiempo. Vamos hacia el centro histórico que llama la atención por sus calles blancas y edificios monumentales. Cercano al puerto un mercado se extiende por las calles y entramos en una cafetería para tomar un café. Aquí está permitido fumar dentro y el ambiente está cargado de humo. Nos nota el acento español y pregunta de qué equipo somos, le decimos que de Osasuna, «¡Ante Budimir!» el camarero se alegra, conoce nuestro equipo y un croata juega en él. El fútbol abre fronteras y siempre es bueno estar informado.