
La parte euroasiática ha llegado a su fin. Desde Tashkent volamos a Johannesburgo con escala en Dubai, un viaje de 24 horas con malos horarios y poco descanso. Bajamos del avión a la pista donde nos espera un autobús para llevarnos a la terminal 3. Este aeropuerto es una ciudad, millones de personas escalan cada día, cientos de tiendas de lujo que no cesan ni de madrugada. En mitad del desierto no eres consciente en esa burbuja de aire acondicionado y luces donde aterrizas. Las escalas dan para una reflexión. Ya que en un viaje tocas tierra de un país que no ves y al otro lado del cristal puede haber montañas, desierto, agua, lluvia, sol, tristeza, guerra y eres totalmente ajeno.
El autobús que nos lleva a la terminal tiene un motor en la parte trasera donde vamos que suena como una avioneta de comienzos del siglo XX, si te dicen que estás sobrevolando la campiña francesa con un gorro de cuero y unas gafas de aviador, te lo crees.