84KM 415+
Dormir en una casa siempre da un extra de seguridad y comodidad, con lo que la noche ha sido muy buena. Ayer no aguatábamos de sueño y dejamos la tarea de escribir la etapa y editar el vídeo para hoy, así que a las 5:30 suena el despertador y ponemos al día la tarea pendiente para que nos se acumule.
Al otro lado de la puerta se oyen ruidos desde temprano, Carmen ya está preparando desayunos para todos. A las 7:00 tenemos listos huevos revueltos con salchichas, porridge y café. Fran, el marido y los hijos, Adriaan y Daniel tienen que ir a la escuela y se despiden de nosotros con un fuerte abrazo. El sistema educativo es muy malo y Carmen les da clases en casa de todas las asignaturas. Nos quedamos con ella charlando sobre mil cosas, nos falta tiempo y se nota que estamos muy a gusto juntos, pero tenemos que despedirnos para que no se nos haga muy tarde para salir. Antes de irnos nos da una bolsa con bollos, chocolates, salsas, crema hidratante. La experiencia ha sido muy bonita y esperamos volver a verlos algún día.
Salimos a la carretera con manguitos y chaleco, a esa hora aún hace fresco, seguimos cerca de los 1600msnm y en realidad es invierno, debería estar comenzando la primavera, pero dicen que el verano ha llegado pronto. Tenemos 25km hasta Swartruggens con un perfil llano, pero tenemos un viento fuerte en contra de par de mañana que esperamos que no siga así todo el día o será muy duro. El paisaje cambia ligeramente a más arbolado y se tiñe de verde, aunque la tierra rojiza y las zarzas secas predominan por todo. Toda la etapa a los dos lados de la carretera tenemos terrenos vallados porque son parcelas enormes con animales. Además de numerosas granjas de pollos, entramos en una a pedir agua y el que nos atiende nos dice que son 85 más como esa. Lo cierto es que en el mundo se come mucho pollo al día.
Antes de llegar a la primera parada ya nos hemos quitado manguitos y chaleco, el sol ya calienta un poco y se agradece. A partir del cruce que nos lleva hacia el oeste a la frontera con Bostwana, la carretera es buenísima con un arcén enorme donde cabemos los dos y podemos charlar tranquilamente. En el pueblo paramos a comprar algo para meter en los bollos y comemos algo de fruta, aunque no tenemos mucha hambre, comemos para ir metiendo combustible. En esa pequeña población hay varios supermercados y todos llenos. Casi toda la gente es de raza negra y varios nos preguntan que hacemos, cuando les decimos que vamos a Camerún se echan las manos a la cabeza.
Seguimos etapa hasta Groot Marico. El viento en contra no cede y además el perfil ahora es de toboganes, subidas tendidas que se hacen eternas. Tenemos una bajada larga que nos da un escenario completo del paisaje, lomas suaves de vegetación conífera y arbustiva. Continúan las vallas y de vez en cuando aparecen reservar donde poder acampar, la cuestión es que ahora los animales que puedes ver en ellas son girafas, cocodrilos, antílopes. Ya estamos en África y una de las cosas que destacan es la diversidad de animales que para nosotros sólo aparecen en libros y el los documentales, una fauna salvaje que iremos viendo a lo largo del continente y que es fascinante. Aunque algo cansados vamos a buen ritmo y pronto llegamos a una gasolinera donde pararemos algo más para comer. Todos los trabajadores son negros y casi todos los que vienen en todoterrenos enormes son blancos, la brecha de clase es evidente. En una sombra comemos los bollos con embutido y una de las chocolatinas que nos dejaron los niños en la mesilla la noche anterior. Tras una hora de descanso salimos a la 13:30 del refugio de la gasolinera a un sol que ahora abrasa, no hace excesivo calor, pero la radiación es muy fuerte y la piel pica. El viento cede, pero las subidas no, y poco a poco se va notando la etapa en las piernas.
Nos marcamos llegar cerca de Zeerust y preguntar en unas granjas o lugar de acampada cuanto cuesta. Rodamos felices por el arcén y ya es hora de ir a casa, porque hay más gente paseando por él y vamos saludando a trabajadores de las granjas. Todos preguntan “¿a dónde váis?” y nos encanta ver la reacción al decirles el destino final. Hacia los 84km vemos el lugar que me he marcado para preguntar, un gran muro con concertina y la entrada a un campamento que también es reserva de animales. Una chica joven, atlética sale a recibirnos, se llama Sanly, nos deja acampar por 12,5€ y nos muestra un lugar donde poder cocinar y ducharnos. Al contarle que estamos haciendo, nos dice, “sabéis qué? esta noche la pago yo.” Así que dormimos gratis y encima nos dice que pasemos a la reserva a ver si vemos los antílopes. Montamos campamento y bajamos caminando por un sendero de arena roja, plagado de excrementos y huellas, entre árboles y con la sensación de que en cualquier momento saldrá un león, pero sabemos que no hay. Al rato vemos correr impalas y antílopes pero no da tiempo a sacarles una foto, salen espantados por nuestra presencia. Nos quedaríamos la tarde buscando, pero queremos ducharnos, estirar y escribir antes de que oscurezca y aquí lo hace a las 18:00 y queda una hora.
Después de una ducha caliente nos sentamos en una mesa cerca de la tienda y escribimos, pronto cae la noche y se escuchan los grillos, algunos gruñidos procedentes del otro lado de la valla y la pega es que la carretera está muy cerca y los vehículos se adueñan del sonido de la noche. Cenamos un para de latas de comida que hemos comprado y disfrutamos de lo que queda en la última noche en Sudáfrica.
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Una publicación compartida de Y OS LO CUENTO/RUMBOS OLVIDADOS (@yoslocuento)
