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ETAPA 5 MONZÓN-LLEIDA

55KM 400+ y 5KM EN BARCELONA

Nuestro vecino de cuarto ha decidido hacer una llamada a las cuatro de la madrugada y el descanso no ha sido todo lo bueno que nos gustaría. Aun y todo hemos dormido muy bien.  A las seis y media ya estamos en pie, aunque la etapa será suave queremos llegar a tiempo a Lleida para ir en tren. Nos preparamos unas tostadas para desayunar y acostumbrados a comer algo a las dos horas de etapa, nos cuesta comer. En caso de ser etapa dura, no sabemos si salir con el estómago lleno es peor.

Montamos las bicis y un día soleado nos espera fuera de la residencia. Parecen lugares y épocas diferentes la llegada y la salida. Es sábado y las calles están tranquilas, salimos a la N-240, que será casi una recta hasta el final. Es nacional y sumarle que vamos paralelos a la autovía le quita el encanto y la sensación de seguridad que es circular por una secundaria. Arcenes grandes que nos permiten ir en paralelo la mayoría del tiempo y poder conversar. A diferencia de otros días apenas hay viento, estamos a 25º y casi no hay nubes, un día perfecto. Es una carretera por la que se articulan muchas fábricas y granjas. Los paisajes verdes de los cereales extendidos hasta el horizonte dan paso a estructuras poligonales con chimeneas  que escupen una columna de humo vertical. El olor de los purines choca con el que te proyectan mentalmente las flores de los arcenes. Circunvalamos Binefar, pero en Almacelles entramos para comer algo y hacer la parada del día, son ya las 11:00. En el Txamfrá nos tomamos dos cafés y fruta que llevamos encima. Katia, la camarera sale a recoger las tazas de otros clientes que se han ido y no puede evitar preguntarnos hacia donde vamos. “qué bonito, qué valientes, ¿dónde puedo seguiros?, esperad un poco”, habla rápido, con entusiasmo, una mujer de unos cincuenta años, con una melena rubia teñida y qué contagia alegría. Desde la calle le escuchamos contar al resto de clientes nuestra historia, ya tenemos fan. Sale con un puñado de chocolates. “para cuando necesitéis energía”, nos sacamos una foto con ella y continuamos ruta.

Quedan 25km fáciles hasta Lleida, los primeros con subida, pero después volamos, un grupo de ciclistas nos anima y nos indica que no dejemos nunca la vía de servicio de la derecha. “Aquel castillo es Lleida”. Rodamos a 30km/h y hay que aprovechar, pocas veces con este peso iremos así. Conforme nos acercamos a la ciudad se intensifica en tráfico y hay que anticiparse con seis ojos. Callejeamos hasta la estación de tren. Unas letras granates enormes escriben el nombre de la ciudad en Lleida Pirineus, la estación que parece un edificio clásico.

Justo estos días están reparando las vías de tren, con lo que en vez de bajar al lado del puerto lo haremos en Sants, pero tenemos que hacer trasbordo en Terrassa. Quedan casi tres horas, nos hacemos fuertes en las mesas de la cafetería, comemos un kebap que justo hay en frente, nos aseamos y a por el andén 5D desde el que saldremos. Son las 15:15, quedan cuarenta minutos, hay un tren en el que se sube todo el mundo y no parece el nuestro, pero de refilón veo que pone Terrassa en uno de los marcadores digitales de dentro. Nos acercamos al piloto, “¿este tren a dónde va?”, “A Terrassa” le mostramos el billete, asiente y subimos las bicis, Es un regional, no hay vagón destinado a ello, pero por lo menos podemos ir con ellas, en los normales ni eso. Las fijamos con los cinturones de seguridad como podemos y nos sentamos lo más cerca posible para vigilarlas, en ellas va nuestra vida. Nos quedan dos horas y media, que ni duermes ni haces trabajo de ordenador. Así que miramos el paisaje catalán que muestra orgulloso los pirineos en las ventanillas izquierdas. Bajamos en Terrassa y justo en el mismo andén está el rodalies que nos lleva a Sants, vamos con las bicis y tenemos segundoS para hacer trasbordo, las puertas se cierran y gracias a un pasajero que nos las abre subimos por los pelos. Nos queda otra hora y media. Esta vez sentados al lado de las puertas junto a las bicis. Al entrar en Barcelona, el ajetreo humano que sube y baja es mayor y no quitamos los ojos de ellas.

Y por fin Sants, justo en frente hay un supermercado, hay que comprar la comida de día y medio de ferry que nos espera. Primero por el carrer de Tarragona hasta la Plaza España y con el mirador de Montjuic al fondo, en otra circunstancia habríamos subido. Desde ahí por un carril bici que dividide la Avenida del Paralelo bajamos hasta el mar. Ahí nos espera el puerto, camiones nos adelantan con las prisas que les marcan las agujas del reloj.  Entramos en Grimaldi lines y recogemos nuestro billetes, dos personas, dos bicis y un camarote, nos quedan 24 horas de viaje por delante. Son las 20:00 y hasta las 23:30 no comienza el embarque. Entiendo el embarque en un barco, pero en un avión, ¿no sería enavionar? Resulta que las bicis son las últimas. A las 23:45 nos sitúan a la derecha de hileras de coches, motos y dos bicis que parecen dos insectos, que levantan la curiosidad del resto. Un chico con chaleco amarillo sopla el silbato y llama primero a las motos, una a una forman una serpiente ruidosa, luego los coches y por fin nos hace un gesto, “seguidme”, vamos con él. A la izquierda once pisos de barco, a la derecha grúas, camiones circulando ligeros por todo con los contenedores, al fondo, la montaña con niebla se ilumina con los focos del puerto otorgando una atmósfera siniestra al embarque.

En el barco un señor mayor que habla inglés nos dice, “dejad las bicis apoyadas ahí que las vigilo”, ni cuarto, ni candados ni nada, no invita a la tranquilidad. Tenemos que quitar todo el equipaje, que son cinco alforjas cada uno, esterilla, bolso delantero y la comida. Me cargo como un sherpa y subo dos pisos hasta recepción a la búsqueda del camarote, es casi la una de la mañana y queremos descansar. Cuatro pisos de camarotes, el nuestro está en el 8º. Al igual que yo, decenas de personas deambulan mirando su billete y tratando de descifrar en cuál de los pasillos está. Por fin encuentro, estamos entre la zona de seguridad D y A. Descargo y regreso a por a Sheila. Y tras más de una hora de embarque ya hemos desparramado el equipaje por el mini camarote. Lavamos la ropa de bici, nos duchamos y a la cama. Cuando nos acostumbramos al sonido de los extractores, caemos en un profundo sueño, cuando acabe este viaje, estaremos en Italia. 

Ruta en strava.

 

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