65km 1060+
La boda, dice el dueño del hotel que terminará a las 22:30, pero siguen dando la turra con el tambor y la corneta hasta las 23:45, ya con ganas de coger la maza y la corneta y guardarla en un armario. En cuanto acaban, es el vecino el que tiene la tele a tope, supongo que por manolo el del bombo y el flautista de Hamelín, damos un golpe en la pared y de golpe se acaban los ruidos. Ya son las 0:00, esta noche descansamos seis horas. Lo cierto es que si no tuviéramos que madrugar y tanto cansancio, habríamos bajado a curiosear la boda, interactuar y vivir la cultura de dentro, pero el cuerpo escombro y la etapa que se viene al día siguiente inclinan el cuerpo hacia el colchón.
Cuando suena el despertador dan ganas de tirarlo por la ventana, pero hemos venido a jugar y a las 7:00 en punto estamos en el restaurante. Para ser un hotel sencillo y que parecía abandonado, hay clientes y varias opciones para comer. Llenamos el plato de huevos, tomate, pepino, patatas, unas cosas fritas, pan, fruta, queso, chorizos, mermelada, un par de veces. Energía para aguantar el comienzo de la etapa.
Nos metimos a la cama con un cielo gris que auguraba frío y lluvia, al salir a la calle, el cielo está despejado y hace buena temperatura. Compramos pan para comer a mitad de etapa e iniciamos la etapa con cinco kilómetros de una bajada pronunciada en la que dejamos el castillo en lo alto de un peñasco de roca volcánica rojiza. Fue construido ya con el Imperio romano. La ciudad está rodeada como de murallas naturales de la misma roca. Hemos visto castillo a lo largo de nuestra vida, pero es que el paisaje en si mismo es épico. Pensar hace 1500 llegar a caballo y ver el castillo en lo alto ya supondría pensárselo dos veces.
Bajamos 300 metros en nada y deseamos no habernos olvidado nada o tener que acabar una etapa con esa subida. Aunque seguro que las habrá. Los primeros compases de etapa tienen tres subidas de dos kilómetros para dejarte sin aliento, por las rampas y por el paisaje. Cuando no hay roca aparecen campos de cereal con jornaleros cargando los remolques. Vamos saludando como los reyes a ambos lados. Comentamos el contraste de paisaje que hemos vivido en pocas semanas. De los bosques llenos de pinos a zonas desérticas, áridas a este paisaje rocoso que a ratos deja espácios para la vida.
Las tres subidas siguen el curso del río que en el fondo a horadado un cañón y que nos transporta a la época de los exploradores de tesoros. Si no fuera porque vamos por carretera y nos adelantan coches… Es difícil contar con palabras que es ver un paisaje de cordilleras y montañas de 360º. Rodamos a 1300msn y aún y todo parece que vamos bajos. Desde que hemos entrado en Turquía casi no hemos visto ciclistas, ni montañeros, ni escaladores, pero aquí hay muchas rutas y cimas con dificultad. En el alto de la última subida, ya hace calor, hay un banco bajo un árbol y comemos algo de fruta y recuperamos pulsaciones. Sólo hemos hecho 17km y nos quedan dos subidas de 11 y 20km, suaves, pero subidas al fin y al cabo.
La bajada es de curvas suaves, para disfrutar del paisaje que a cada esquina muestra una nueva foto más impresionante, bajamos de nuevo al río y el viento se encajona por el valle en nuestra contra. Antes de comenzar la subida hay un pueblo con sus terrazas llenas de hombres tomando té y nos hacen gestos para pararnos a tomar uno con ellos. Hay que lanzar la etapa y declinamos la oferta. La subida comienza siguiendo el río por un cañón de roca gris. El calor que desprende la roca, la temperatura y que hacía días que no pasábamos de 15ª hace que nos pille por sorpresa y nos agote antes. La subida de 11km no tiene una inclinación constante, pasa del 3% al 10%, al 6% y así es imposible coger ritmo. Pero a mitad de subida salimos del cañón y dejamos la roca atrás como un sueño y el cuadro se llena de campos verdes y árboles. Comentamos que hace unos días cuando todo el horizonte era un sinfín de montañas de tierra, sin árboles, que el resto del viaje sería así y en pocos días aquello forma parte de un recuerdo borroso.
Nos marcamos llegar a Allucra para comer algo y rematar la etapa, será en torno a los 40km de etapa. Cuando nos preguntan los trabajadores del campo a dónde vamos, les decimos el nombre del pueblo y nadie lo reconoce, hasta que uno supone que queremos decir Áyúúcre, “pues eso he dicho yo”. Parece que el final de los 11km será suave, pero sólo parece, tras un llano en el que hay otro pueblo que llama a pararse, pero en nada llegamos a ese pueblo con dos nombres, el verdadero y el que decimos nosotros. Un kilómetro al 9% que hacemos a fuego por el ladrido de unos perros que suena de fondo cada vez más cerca. Ahora sí, un bajadón de 5km que nos lleva a nuestra parada. A cada alto los matices del paisaje son nuevos, aunque el sol cenital no muestra la paleta de colores y los aplana u oscurece, aún y todo es un espectáculo y nuestro rumbo es claro, pero en el mapa mental quedan muchos valles por explorar.
Entramos por una calle adoquinada y en frente del cementerio hay un supermercado y una cafetería. Desplegamos nuestro menú, pan con embutido y galletas y le pedimos dos cafés y dos refrescos. Comemos en la terraza justo en el momento que a miles de kilómetros se está lanzando el chupinazo desde el balcón del ayuntamiento de Pamplona. El grito de viva San Fermín y de Gora San Fermín lo dan dos amigos, Lidón y Edu, vemos como se les quiebra la voz de la emoción de que supone estar ahí encendiendo el cohete, anunciar las fiestas y sobre todo dar un grito por la paz y los derechos humanos de millones de personas en Palestina.
Tras el descanso nos quedan veinte de subida y cinco de bajada. El perfil es benévolo y a excepción de alguna rampa, sube lentamente entre campos y bosques, nada tiene que ver con el comienzo de etapa. Hemos pasado de los libros de conquistas a los costumbristas. Charlamos y aunque tenemos ganas de acabar disfrutamos de esos momentos en los que es fácil avanzar, sobre todo si una nube te amortigua el calor. En poco más de una hora llegamos al alto. En realidad estamos a 1705msn, pero en esta provincia trabaja el que pone las señales tres etapas antes y ha puesto que estamos a 1875msn. En el mapa vemos un embalse que parece un buen lugar, bajamos con la esperanza de encontrar rápido el lugar donde acampar y en diez minutos nos metemos por un camino de tierra que bordea el estanque. Hay señales de no pescar, no bañarse, pero de acampar no dicen nada. Lo bordeamos y es el lugar perfecto. Ya vendrán a echarnos y ya nos haremos los suecos. Pero es no ocurre y desplegamos tienda, ducha, estirar, bitácora, cena y a dormir.
Ruta en strava.
