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ETAPA 42 DEREKOY-SUSEHRI

36km 665+

La luz entra por los huecos previstos para las ventanas de la casa en obras. Pusimos la cubierta a la tienda por el viento y porque la temperatura ha bajado a 5º durante la noche, pero los rayos de sol calientan rápido el interior y hay que subir la cremallera. Aún no ha sonado el despertador pero nos ponemos en marcha antes de las 6:30. La etapa será corta y esperamos llegar pronto.

Todas nuestras cosas están con una película de polvo de los escombros de la casa. Cuando toca elegir la ropa que ponerse para la etapa es complicado, hace frío pero comenzamos con un puerto de 9km. Pero subimos a los 1925msn y arriba hace viento. Es la eterna batalla del ciclista, saber con qué irá más a gusto. Nos arriesgamos y salimos con pantalón corto, camiseta con manguitos y chaleco. Calentamos bajando todo de la habitación de arriba, la que menos escombros tenía y montamos la bici. El día está despejado, pero detrás nuestra, a lo lejos hay unas nubes grises poco amigables.

A las 8:00 comenzamos la subida, estamos en altitud y lo que nos espera es un paisaje montañoso, de cimas redondeadas, verde, sin árboles y una subida con rampas de hasta el 10% a ratos. Pronto sube la temperatura corporal y agradecemos no habernos abrigado mucho, pero las nubes lejanas corren mucho más de lo esperado y cubren el sol, con lo que la temperatura baja varios grados de golpe y el viento contrae todos los músculos. Toca aguantar la subida y hacerla del tirón. Antes del descansillo a mitad de puerto escuchamos un perro en la distancia, incluso lo llego a ver, a medio kilómetro más o menos. Ya nos han dado algún susto estos días, perros de ganado sueltos que salen a nuestro paso muy agresivos, pero este parece estar muy lejos y no parece que nos amargue la subida. Pero vamos lento, hay algo de viento en contra y el desnivel es agudo, con lo que vamos a 6km/h y el perro hace sus cálculos: “llego de sobra para matarlos del susto”, y efectivamente, el perro asoma y lo vemos debajo de la ladera, ladrando, parece que se quedará, pero en la siguiente curva sale desde las zarzas de imprevisto, es un kangal turco que llegan a pesar hasta 80kg y que su cabeza, con una mandíbula enorme, está a más de un metro del suelo. Con un collar de pinchos se lanza hacia nosotros y amaga con morderme la pierna. Cambio de carril y grito agresivamente para que se vaya, el ladra, yo grito, la conversación la tengo que cerrar yo, seguimos firmes hasta que se cansa y se marcha. Las pulsaciones van a mil y la batalla verbal no cambia que seguimos en un puerto a velocidad de tortuga, con lo que nos alejamos lentamente y mirando de reojo cada dos por tres hasta que tres curvas más allá sentimos definitivamente que se ha ido el peligro.

Tratamos de recuperar el aliento en esas condiciones y centrarnos en lo que importa el balcón al mundo a casi dos mil metros de altitud y una carretera que sube con curvas suaves hasta el alto. Vallas de protección de viento paralelas a la carretera muestran la realidad del día a día de las personas que viven aquí. Comentamos que el sitio es maravilloso, pero convivir con esas temperaturas y ese viento todo el día seguro que enloquece un poco. En cuanto llegamos al alto marca la altitud, Rakim: 1925msn, la mayor hasta la fecha. Lo primero cambiarse de ropa, aunque hace frío y sólo llevamos una camiseta fina, está empapada en sudor y despistarse en estos casos es resfriado seguro. Nos abrigamos con dos capas y cortavientos, perneras y guantes, comemos, sacamos la foto de rigor y emprendemos la bajada a Susehri, nos quedan 27km de etapa. La subida ha sido un espectáculo, la bajada deja muda a la subida. Al pasar la primera curva somos conscientes de cuánto hemos ido subiendo estos días. Nos enfrentamos a un paisaje infinito de cordilleras de color volcánico. Bajaremos unos 900 metros de altitud, que no es la mayor bajada que hemos hecho, pero la disposición hace que nos asomemos a un balcón con panorámicas. Las rampas son empinadas y nos hemos olvidado de ajustar los frenos y toca apretar la maneta hasta el fondo, con algún susto que otro en las curvas pronunciadas. A los 4km vemos un merendero con fuente y paramos a desayunar, hace dos horas que hemos comenzado a dar pedales y apetece comer algo. Sandwich de crema de cacahuete con mermelada y nos quitamos algo de ropa.

Lo que nos queda de bajada hasta Susehri es un perfil tramposo, que si bien desciende de vez en cuando te sorprende con rampas al 11% que rompen el ritmo y que ponen las piernas incandescentes. Pasamos de cero a cien varias veces y saber que en breve llegaremos y hay día de descanso provoca que las piernas saquen la bandera blanca, “aguantad, un poco más, lo prometo”, les hablamos, pero no confían.

Estamos entre las ganas de llegar y querer disfrutar de las vistas, son incompatibles las dos, así que a las 12:00 estamos entrando por las calles de la ciudad encajonada entre valles. Es más grande de lo que parece y es hora de salir de la escuela, tráfico, miles de personas por las calles comprando. Aquí hay muchos negocios, local tras local llenan los bajos de los edificios con lo que abigarra y satura la vista. En un cruce donde los coches no toman en cuenta la rotonda y la trazan por donde quieren está nuestro hotel. Letras rojas descoloridas del sol y del tiempo. Ahí pasaremos dos días, toca esperar a que limpien la habitación y mientras tanto desnudamos las bicis, esta vez hay ascensor y no habrá que subir los tres pisos con todo.

Ducha y a comer en el típico restaurante turco, los llaman kebab, pero ofrecen de todo. En una vitrina enorme muestran diferentes platos de carne, verduras, arroces y eliges el que quieres. No es barato, pero es aceptable y comes bien, mejor que los bocadillos de embutidos que tenemos de menú todos los días. Después de comer, ahora sí, al hotel, siesta, y relax al cuerpo, que el siguiente bloque son cuatro etapas por las montañas con bastante desnivel. 

Ruta en strava.

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