66KM 450+
Estamos en un albergue y de nuevo, aunque madrugamos a las 6:30 alguien se nos adelanta. Nos llevará tiempo acostumbrar el cuerpo a salir de la cama con estos horarios, pero somos conscientes de que es mejor acabar antes la etapa y tener la tarde libre que apurar en la cama. Con pereza salimos del calor de las mantas y pisamos el suelo frío del albergue. Nos ponemos la ropa de bici, que en nuestro caso consistirá básicamente en una pantaloneta con bolsillos, una camiseta técnica y playeras, ni culote ni calzoncillos. Estos días hace algo más de frío y llevamos lifa por encima.
Sacamos las bicis del cuarto dedicado a ello y las vestimos con las alforjas, sin ellas están desnudas, raquíticas. Echamos el vistazo de rigor y arrancamos por las calles de Huesca a las 7:30, hay algunos coches pero estamos casi solos. Sobre todo si vas por carreteras secundarias. En este caso la que nos lleva por Monflorite, Alcalá del obispo, Fañanás hasta Antillón donde hacemos la primera parada. Por la época del año que es, intuyo que el paisaje de cereal verde nuclear será la tónica hasta junio. Por lo que nos dicen los agricultores parece que será buen año y lo cierto es que los campos rebosan color.
La carretera es sencilla y con poco desnivel, de vez en cuando algún tractor nos adelanta y rompe el sonido permanente de pájaros que anuncian el comienzo del día. A los 27km paramos en el club social de Antillón, está abierto y es la típica taberna de pueblo que se ha congelado y donde ya hay varios agricultores tomando café. Siento que si combino esta imagen con otra sacada hace sesenta años poca diferencia habría. El cartel, la barra, las mesas parecen las originales.
-Por favor dos cafés y una barra de pan
-Luis aún no ha llegado, pero se le siente llegar con la furgoneta.
Segundos más tarde, una bocina resuena por las calles del pueblo y hace acto de presencia en frente del bar. Qué a tiempo hemos llegado, en el momento exacto. Una barra de pan, dos bollos y con los cafés ya está el desayuno listo. Nos sentamos en el banco de la calle y preparamos un bocadillo de crema de cacahuete (si viajáis en bici, es un alimento proteico, calórico, que se conserva bien y ocupa poco, con algo de pan te salva el día) y la mermelada que mi amigo Edu me trajo a casa el día antes de salir, uno de esos regalos que valen oro. Estamos disfrutando cada cucharada.
Mientras desayunamos hablamos con uno de los agricultores y confirmamos que hace mucho viento en contra, pero ha percibido que ha parado un poco y eso va a traer mucha lluvia en un rato. Así que recogemos todo y ponemos Monzón en la hoja de ruta, nos quedan casi 40km. La carretera serpentea y antes de llegar a Pertusa comienza a chispear, quizá la lluvia se quede en eso, pero no, paramos las bicis porque el chispeo pasa a goteo y no queremos mojar la ropa más de lo necesario. Ponemos el cortavientos y ni corta el viento ni la lluvia. El verde radiactivo de los campos de cereal se intensifica con la lluvia. Las plantas se doblan por el viento, parece que se inclinan a nuestro paso, pero ojalá fuera al revés. La Perdiguera, Berbegal, Ilche, los pueblos pasan lentamente hasta que en un momento el desnivel es más favorable y sumado a las ganas de llegar para poder secarnos, avanzamos y conseguimos pisar las calles de Monzón a la 13:00. Lo primero ir a la piscina cubierta porque ahí nos darán la llave de la residencia de deportistas, nos apoyan con el alojamiento. Las instalaciones son increíbles, nos cuenta que Conchita Martínez y otros siete deportistas han sido olímpicos, es pequeño, pero se fomenta mucho el deporte. Ducha, compra, cocinar, descansar, tarea y a dormir.
