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ETAPA 39 PAZAR-ALMUS

63KM 845+

A las 4:20 un sonido se va filtrando poco a poco en nuestro sueño, el motor de un tractor se adueña de nuestra fase rem y nos despierta. Justo se ha parado al lado de la tienda de campaña. Pensamos que está en la carretera cargando utensilios, que casualidad que sea justo en ese sitio, nos quedan dos horas para que suene el despertador. Pero el tractor no se marcha, el motor se revoluciona y el sonido de un apero se añade a la ecuación. No está en la carretera, ara y rotura el campo a decenas de metros nuestra. Bajamos la cremallera de la tienda de campaña, el sol no ha salido, pero está a punto y hay suficiente luz como para ver un tractor con los focos encendidos trabajando en el mismo campo que estamos durmiendo. La condensación de la noche ha mojado la tienda de campaña y la labor del campo levanta una nube de polvo que nos va a llenar todo de arena. Asumimos que las dos horas de sueño que quedan se han esfumado y hoy toca madrugar, pero tenemos que hablar con el hombre, salimos en chancletas y pijama en un campo de cereal cosechado sin haber amanecido. Caminamos al punto de encuentro donde el hombre dará la vuelta con el tractor para seguir realizando paralelas. La imagen que dos extranjeros con nuestras pinta a esas horas para un campesino tiene que ser curiosa. Un hombre humilde que detiene el tractor para atendernos. Lo primero le pedimos disculpas y con el traductor le explicamos que unas personas nos dieron permiso, eso no le molesta, de hecho lo primero que hace es ofrecernos ir a tomar té y si queremos dormir otro día. Le decimos que no, que marchamos hacia Almus. Cuando vives en el campo y tu mundo gira entorno a él, puede que ti vida gire en 30km a la redonda, al decirle Almus que está a 60km y con una montaña de por medio nos pone cara de “¡¡hasta allí vais en bici!!”. Le pedimos si es posible trabajar al otro lado del campo para darnos tiempo a recoger a lo que accede con una sonrisa y se despide de nosotros.

Montamos nuestras bicis y dejamos al tractor bajo una nube de polvo de la que salen dos rayos de luz de los focos al fondo. Son las 6:00 de la mañana y comenzamos a dar pedales cuando otros días aún estamos durmiendo. Ya es de día, pero hace frío, todo el cielo está nublado y la temperatura ha bajado a 14º y amenaza lluvia. Quizá por eso el hombre haya madrugado para roturar su campo, antes de que las lluvias estropeen el buen estado de la tierra para ser trabajada.

Nuestro primer objetivo es la estación de autobuses de Tokat para desayunar a 28km. Hace frío y vamos abrigados, pica ligeramente para arriba, pero no tanto como para quitarnos la ropa. Al salir de Pazar vemos el Castillo de Mahperi Hatun Kervansarayi. Sólo lo vemos desde fuera, pero algunas imágenes que hemos visto en internet muestran una fortificación de base rectangular con patios interiores al puro estilo de los sultanes de película.

Seguimos por una secundaria, tranquilos, ya que a esas horas casi no hay circulación. Son apenas 10km de relajo hasta llegar a la D180 con dos carriles. Hay un buen arcén que nos permite ir en paralelo, pero estar atento a los camiones impide que disfrutemos del paisaje. Seguimos rodando por zonas de campos de cereal, pero al fondo se intuyen cadenas montañosas por las que iremos los próximos días. Rodamos rápido hasta Tokat, poco a poco se van anunciando grandes edificios y entramos en la ciudad por la zona industrial paralela a la carretera. La ciudad tiene  casi 200.000 habitantes y se esparce conquistando las colinas de ambos lados del valle. Debió ser un importante núcleo urbano ya que cuenta con una ciudadela, una fortaleza y un castillo. Queremos llegar a la estación de autobuses que está casi a la salida de la ciudad y hay momentos donde hay hasta diez gasolineras seguidas en ambos lados.

La estación está de reformas y esquivamos los plásticos para entrar a una cafetería que hay al fondo. Tomamos dos cafés y una especie de empanada de carne para coger fuerzas. Repostamos agua en las botellas en la mezquita interior que hay sobre la cafetería. Como siempre cuenta con zona de aseo para las abluciones y en uno de los grifos nos cargamos de agua. Hemos madrugado y es pronto, así que como tenemos algo de sueño, nos tomamos ese rato con calma y sobre todo para entrar en calor.

Salimos a por 9km más de doble carril por la D180 y abandonar la influencia de Tokat y meternos a una carretera que nos lleve a Almus. El paisaje es cada vez más montañoso, hay más bosque, los cultivos son más verde, menos cereal y más vegetales. En la mayoría de los campos ya hay personas cosechando. En uno en concreto decenas de mujeres con ropa de campo y hiyab sentadas o en cuclillas recolectando, nos saludan al paso. Por esa carretera ahorras varios kilómetros para ir hacia el este y hay más tráfico de camiones del deseable. Hacia los 40km de etapa comienza el puerto del día, 12km con un pequeño descanso y 620+. Quizá sea porque no hemos descansado del todo bien estos días, porque las piernas están agotadas o porque no es el día, pero a los dos nos duelen y afrontan con pocas ganas la subida. Un primer bloque de 5km al 7% que sube con un terraplén rojizo a la derecha y las vitas al otro. Arriba tomamos un poco de aire y seguimos para no enfriarnos, estamos sudados pero hace fresco. La pequeña bajada nos encoje el cuerpo para contrarrestar el frío, casi con ganas de empezar lo que queda de subida. Dejamos la tierra roja y vemos campos y bosques y cada vez más luz al aproximarnos al alto. Casi 1300msn que se abren al lago Almus. Tenemos una bajada de 10km vertiginosa con curvas poco pronunciadas que permiten lanzar la bici y disfrutar. Es muy buena hora y al entrar en Almus compramos verduras para hacernos la cena y buscamos un sitio para comer en el pueblo antes de ir al hotel que hemos reservado a pie de lago, pero algo alejado.

Nos damos un festival, un pide (especie de pizza local) que está buenísimo, un döner, patatas y dos ayran y nos regalan ensalada, encurtidos y agua. De ahí vamos a tomar café turco con pasteles y un hombre que sabe inglés, Ahmed, se acerca a preguntarnos de donde somos. Le contamos el proyecto y les hacemos gracia, al salir otro hombre, Labat, que tiene una tienda de comestible al lado nos regala higos secos y un dulce local. Nos hacemos fotos y les decimos que al día siguiente nos veremos para tomar café de nuevo.

Ahora sí, hasta el hotel que está en un pequeño alto con vistas al lago. Ahí nos espera la dueña con una sonrisa y nos atiende amablemente. Dejamos la bicis en la entrada y subimos todo a una habitación espaciosa. Toca extender la tienda de campaña y las lonas que están mojadas, pero al rato se pone a llover, hemos llegado justo a tiempo. Por la tarde descansamos, hacemos tarea de oficina y lavamos ropa. Nos cocinamos la cena en el suelo del baño y caemos en un profundo sueño con el sonido de la lluvia al otro lado de la ventana.

Ruta en strava

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