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ETAPA 34 KANLICA-ELMAÇI

72KM 1165+

La noche en nuestro oasis improvisado ha sido buena, sin ruidos, sin frío, lo único que nos saca es el despertador. Podríais pensar que si estamos de vacaciones que le zurzan al despertador e ir con la calma, pero el problema viene cuando el sol aprieta a partir de las 11:00 y ahí los kilómetros pasan más despacio, sobre todo si casi toda la subida está a final de etapa. Con lo que sabemos que ese esfuerzo de madrugar trae recompensa en ahorrarse horas de calor y llegar antes al campamento.

A las 7:30 dejamos todo limpio y arrancamos, justo a la vez que el pastor que saca sus ovejas y vacas a esa hora, nos cruzamos y nos deseamos buenos días en turco: “Iyi Günler”. Un hombre con su gorra de publicidad desgastada del sol y ropa que probablemente se ponga todos los días para sacar al ganado. Llegamos el día anterior cuando las sacaba al atardecer y nos vamos con la labor matutina.

Salimos a la carretera, aunque es pronto, casi no pasan coches. Seguimos a unos 1300msn y todos los campos están verdes. El paisaje es de lomas redondeadas hasta donde alcanza la vista. En un momento dado, sin darnos cuenta, los campos pasan a amarillos, van desapareciendo los árboles y nos encontramos en un paisaje cosechado que no entendemos por qué. La temperatura sube y a las 9:30 de la mañana ya notamos que el día viene caliente. El comienzo de etapa es un llaneo con ligeras subidas hasta que nos toca una que nos lleva hasta casi los 1500msn y máxima altitud del día.

Desde ahí tenemos una bajada vertiginosa. Es maravilloso cuando das paso a otro valle y la sensación de amplitud te coloca en la cima del mundo, bajas comiéndote el paisaje con los ojos y eres dueño de todo. Hemos rodado muy bien por el fresco y esa bajada nos coloca con 35km recorridos antes de las 10:00. Estamos en Sabanözu y queremos desayunar algo, llevamos pan con nosotros y nocilla, pero decidimos buscar un bar donde nos den té y café. El primer impulso es entrar en una gasolinera que hay en el sentido que vamos, pero algo nos lleva a seguir la calle hasta encontrar algo, un restaurante no da cafés y nos señala una pastelería, Azra justo al lado. Como casi siempre un par de señores están con sus tés y fumando a la sombra del toldo. Nos saludan al llegar y dejamos las bicis. El chico sale y le preguntamos si podemos comer de nuestra comida, nos dice que sí y le pedimos los dos cafés. Cuando nos están sirviendo un señor los paga y se marcha. Mientras desayunamos afuera, el dueño nos saca cuatro pastas recién hechas, así que entro a pedir otro café y un bollo para pagar algo, pero de nuevo no me dejan pagar. Quizá con la bici demos algo de lastima, porque el esfuerzo se refleja en nuestras caras, pero los gestos que vivimos en los países árabes no los vivimos en otro lugar, su hospitalidad y acogida está por encima de todo lo que nos han enseñado.

Después de ese desayuno viene la segunda parte de la etapa con varias subidas y ya con el calor apretando. Justo en ese cruce dejamos la carretera que va a Ankara en 80km, la capital de Turquía se queda para otro viaje. Es una carretera sencilla con poca circulación de coches, así que felices. La primera de las subidas son 4km y la arrancamos con un rebaño de vacas y su pastora cruzando la carretera. Una mujer musulmana que probablemente es lo único que ha hecho en su vida, mira a Sheila y deseo saber exactamente que es lo que piensa al verla. La primera subida no es fuerte, pasamos alguna plantación de árboles y pronto llegamos arriba, hacemos check y al llegar al alto vemos ya el comienzo de la siguiente al final del descenso, el paisaje se va tornando cada vez más árido. Bajamos y sin darnos cuenta ya estamos de nuevo pedaleando ciclados para afrontar otros 6km, esta vez con rampas más duras, sobre todo al final. Ahí el calor es más fuerte, pero tenemos la motivación de que de que hay una bajada fuerte y sobre todo el segundo descanso del día donde comer algo. Bajamos serpenteando por una ladera que combina árboles y roca y que tiene mucha pendiente así que bajamos muy rápido. Al fondo vemos Eldivan, una ciudad encajonada entre valles y que parece destino turístico turco. La zona la verdad que es bonita. Sin entrar en la ciudad, en un ultramarinos que nos regala una pequeña sombra nos refugiamos para comer unos plátanos y comprar algo para meter al pan al final de etapa. Nos regalamos un helado y nos queda lo más duro, quizá por eso nos cuesta enfrentarnos al mayor calor del día para subir un puerto de 4km al 9%. La gente nos mira y traducimos sus pensamientos “a dónde vais a estas horas…”, pero hay que avanzar y es lo mejor que podemos hacer.

El puerto se endurece conforme avanzan los kilómetros y algunos tramos superan el 12%, pero a base de cabeza y riñones, conseguimos ver la recta que nos lleva a la cima y desde la que vemos un paisaje totalmente diferente a lo visto. Terreno árido, sin árboles, terroso. Da calor de mirarlo y tenemos la sensación de que será así durante mucho tiempo. Estamos muy altos así que vemos una bajada que rodea mogotes de tierra y se extiende a cientos de kilómetros.

La idea es llegar a Elmaçi, pero hoy nada es gratis y tenemos dos subidas de 1km al 10% que cuestan mucho. Al llegar al pueblo, vemos unas escaleras en sombra y decidimos comer ahí antes de buscar campamento. En ese momento llega un señor mayor con su tractor y nos habla sin parar. Le decimos que comeremos  buscaremos agua, en ese momento llegan jóvenes con otro tractor y somos la sensación en el pueblo. Es la hora de regresar del campo y en ese rato pasan varios tractores y nos sorprende los jóvenes que son todos. El señor quiere conversar, pero el idioma es una barrera, soltamos palabras y de vez en cuando alguna suena. Se señala y dice “Muktar”, que creo que es alguien importante en el pueblo. Pero no penséis que es un hombre trajeado, va con su gorra, su ropa de campo, una cara curtida, un bigote y unas manos enormes, callosas y endurecidas de años de trabajo, cuando se despide y me da la mano, me siento un niño. 

Despedimos a los jornaleros y vamos en busca de un lugar para acampar, casi no hay árboles y la tarea se antoja compleja, pero a los dos kilómetros vemos un lugar que tiene algo de sombra y aunque está al lado de la carretera no queremos invertir más tiempo.

Descargamos las cosas, nos tomamos un café de sobre, ducha, estirar, conversar y hacer tarea. Se nos hace algo tarde y en cuanto terminamos de cenar a dormir. 

Ruta en strava.

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