79km 915+
La mañana está tranquila en el campamento, es domingo y pronto, se nota en que sólo se escuchan los pájaros y casi no hay coches. Nos levantamos a las 6:30 y antes de las 8:00 ya estamos en la carretera. Vamos hacia el este, pero a pocos kilómetros detrás nuestra una nube enorme se extiende por todo el horizonte, creemos que es un incendio, por suerte hay poco viento y vegetación. Nos alejamos de la nube hacia el sol, grandes rectas entre campos de cereal que se alternan con enorme cultivos de una planta verde que no conocemos.
Nuestro primer objetivo es Süloglu a 17km para desayunar. El recorrido elegido es un acierto, una vía secundaria que pasa por pueblitos agrícolas y ganaderos y a la entrada de los pueblos se ven naves con vacas, ovejas, tractores y gente ya en movimiento que nos miran extrañados, por las horas y por lo remoto de ver a dos extranjeros en bici.
Llegamos a Süloglu y parece walking dead o un pueblo costero de España después de verano, todo cerrado, como si fuera un lugar postnuclear hasta que al final de la calle una cafetería con dos mesas al exterior está abierta con varios clientes tomando chai, que es el típico té que toman a todas horas para socializar. Con cuatro azucarillos en el plato, que en nuestro caso sólo usamos uno, pero ellos echan todos. Nos hablan en turco y entre el móvil y las ganas logramos entendernos. Se alegran de vernos, nos hacen hueco y terminan invitándonos al café, que acompañado del pan de ayer con nocilla, sabe a gloria. Dentro sólo hay mesas, probablemente es bar viva de servir chais. Nos enseñan alguna frase nueva y nos invitan a que volvamos de nuevo. Imposible no irse con una sonrisa. Nos quedan casi toda la etapa, son las 9:30 y ya comienza a hacer calor. El perfil será de toboganes que no dejan lanzar la bici y las piernas no van finas. Siguiente objetivo Kayali, la carretera es más de lo mismo pero ahora ya llevamos crema solar y sudamos cada kilómetro. Por cada pueblo que pasamos nos saludan desde las terrazas llenas de hombres tomando chai. En otro lugar de Europa serían cervezas. En el kilómetro treinta llegamos a Kayali y en una terracita en sombra. Ahí está una mujer que nos recibe con sonrisa y más grande cuando le decimos dos tes grandes en turco. Nos sentamos, comemos un poco, bajamos calor y conversamos con ella con el móvil. Al rato nos trae unos pepinos de la huerta, unas galletas y no nos deja pagar los tés. Los países musulmanes nos sacan años luz en hospitalidad y los prejuicios hacia ellos son terribles.
El siguiente lugar al que queremos llegar es Kilklareli, la idea es abastecernos, pero llevamos lo suficiente y simplemente compramos algo de fruta y nos la comemos sentados en el bordillo del supermercado. Cada cliente que sale nos saluda con alegría y nos desea buen día. Estamos cansados por el calor y sólo llevamos 50km, quedan treinta más. Salir de esa gran ciudad es algo tenso y sobre todo que le siguen casi 15km de doble carril con mucho tráfico, rampones del 10% de vez en cuando, calor y paisaje industrial, con lo que se convierte en una zona de transición. Hasta que pasa a un solo carril, que mantiene el tráfico, pero tiene más encanto entre campos de cereal y las montañas que se asoman al fondo por primera vez en días. El final de etapa es Kaynarca, un pueblo separado de la carretera principal que parece pequeño, pero al llegar, debe de ser un lugar de manantiales, está en fiestas y hay mucha gente. Hay tiendas y restaurantes por todo, pero nos metemos en un pequeño negocio local donde comemos lamacun, que es una especie de pizza que la hacen al horno y está buenísima. De nuevo nos atienden con un cariño increíble, y nos invitan a las bebidas, los chais y las ensaladas. Nos despedimos de ellos, llenamos todas las bolsas de agua y nos quedan 4km hasta un lugar que hemos visto para acampar. Esta cerca de fábricas, pero está apartado y tiene árboles. Resulta práctico, tranquilo y ahí montamos el campamento donde acabamos el día.
Ruta en strava.
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