38KM 820+
La noche pasa rápido, sobre todo porque el despertador suena a las 5:00 am, la lluvia ha cesado y los pájaros conversan distendidamente y de vez en cuando un gallo cacarea. Un despertar rural y plácido para lo que nos espera. Somos eficientes y rápido nos hemos vestido y sacado todas las alforjas fuera, pero recoger todo y sobre todo, si está mojado lleva como poco una hora. A las 6:15 empujamos la bici por la rampa hasta la carretera. Nos quedan 21km hasta el ferry y tenemos tiempo, pero nunca se sabe.
Los restos de la tormenta se hacen
ver nada más empezar, piedras y barro por la carretera. Además el asfalto conforme
avanza la etapa empeora. Tenemos seis subidas repartidas en la etapa. Con cada
una de ellas aparecen nuevos paisajes, en 20km parece que recorremos varias etapas.
Las montañas, las casas desgastadas, el estado del asfalto, sentimos que es un
adelanto de lo que veremos por Tayikistán.
Nos pasan coches camino del ferry,
que de vez en cuando pitan y animan, sobre todo cuando la carretera sube. Hay
mucho mercedes, no son de última generación, pero tampoco los que ves en
Marruecos, un termino medio. Lo que está claro es que son robustos, toman los
agujeros y los caminos rotos con confianza. El estado de la carretera influye
mucho en el tiempo que cueste hacer un recorrido. Un asfalto bueno, agarra
bien, te da seguridad y sólo tienes que pedalear y sobre todo en las bajadas avanzas
y subes la media, pero con tanto agujero y gravilla, las bajadas son lentas y
los kilómetros pasan remolones. Sheila pregunta cuanto queda, está apurada. Le
digo que vamos bien, que no se agobie porque se cansará más. Llegamos a un zona
donde el río se embalsa y que es la parte más baja. El agua tiene manchas
marrones y no deja ver el fondo.
Nos queda el repechón hasta Koman,
tres kilómetros que se ven al final y que serpentean por la ladera con buenas
pendientes. Cuando desde lejos ver subir a los coches lentamente es porque hay
mucho agujero y efectivamente, al llegar es un camino con gravilla y charcos
por los que cuesta subir ya que patina la rueda. Toda cuesta tiene un final y
ese es el bar de Koman donde recibimos el premio de un café y unos bollos con
nocilla que nos hacemos. Bajamos pulsaciones y rematamos los tres últimos kilómetros
de subida a la presa desde donde salen los ferrys, un túnel en cuesta por el
que caminan los viajeros que han venido en el ferry de la mañana nos transporta
hasta el otro lado.
Coches, camionetas, motos, viajeros,
en un espacio minúsculo se amontonan y se reparten en dos ferrys que saldrán en
breve. “Si quieres tickets para el ferry de las nueve tienes que correr”,
decidimos salir antes y no esperar al otro que se había olvidado de avisarnos
del adelanto horario. Entramos en un bar con solera concurrido, con señores
fumando y donde nos rellenan un papel con dos personas y dos bicis y pago con
tarjeta. Encima nos ahorramos 10€.
Al salir las bicis y Sheila están
ya en el ferry. Las apoyamos en uno de los laterales y subimos para buscar
sitio, el cine de la naturaleza espera. Con varios giros lleno de pericia, el
chico que nos ha vendido los billetes da marcha atrás y enfoca el ferry hacia Fierze.
Tenemos dos horas por delante. El río transcurre encajado entre dos paredes y
montañas boscosas. Parece una película en la que unos exploradores descubren la
ruta hacia el dorado o una civilización perdida.
Durante el viaje hablamos con
Damian y Jonas dos cicloviajeros que va cada uno por su cuenta en bici también.
Uno francés y el otro holandés. El tipo de bicis, el viaje, las rutas, las
alforjas, la conversación es fácil y nos contamos nuestros trucos. Y sin dar tiempo
el ferry llega a Fierze y bajamos las bicis y los peatones primero. Continuamos
por el río Drin hasta Fierze donde nos tomamos un café los cuatro y nos
despedimos deseándonos lo mejor.
Nos queda la segunda parte de la
etapa, el parón de dos horas no sienta bien y encima hay subida. Ahora seguimos
el transcurso del río Valbona que desemboca en el Drin justo en Fierze.
Rápidamente lo dejamos abajo en una pequeña subida. Hemos normalizado el
paisaje, pero le digo a Shei que lo guarde en el recuerdo para cuando toquen
etapas feas y planas en Turquía o África.
Nos dirigimos hacia Bajram Curri, a
tan solo 360msn, pero partimos de muy abajo. Está en plenos Alpes Dináricos con
montañas de hasta 2600 metros, con lo que el paisaje que se nos presenta es una
fotografía increíble. Vamos por una zona de campos que pica ligeramente hacia
arriba y se reserva cuatro kilómetros para castigar las piernas con rampas del
12% para el final en plena ciudad. Y al fin vemos el hotel, pero tenemos hambre,
así que sin quitar alforjas, nos comemos una pizza de nuevo el dueño nos habla
en español cortesía de otra telenovela. No sé si sería capaz de aprender otro
idioma viendo la tele, pero seguro que viendo telenovelas no. La pizza nos
sienta gloria y toca asentarse. Hay un funeral de un historiador famoso que
emigró a EEUU y mucha gente de negro llena el salón. Se me acercan varios
hombres para ver que quiero, hasta que ven que tengo reserva y todo es
amabilidad. Desplegamos las lonas, la tienda y todo lo que está mojado. Vamos a
tomar un café y nos damos un duchazo y nos relajamos toda la tarde.
Al día siguiente tenemos día de
descanso y de nuevo el sol sale. Parece que hemos elegido los días de parón
para gastar cartuchos de buen tiempo, ya que para la etapa 19 anuncian lluvias
de nuevo para entrar en Kosovo.
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Una publicación compartida de Y OS LO CUENTO/RUMBOS OLVIDADOS (@yoslocuento)
