52km 790+
Aunque el lugar donde hemos dormido era tranquilo y era perfecto para descansar, las picaduras no han dado tregua y me levanto con febrícula. Nos preparamos unos huevos con salchichas, aunque acostumbrados a salir sin desayunar, cuesta comer tan pronto. Dejamos el dinero sobre la mesa y hacemos varios viajes para bajar todas las alforjas a la calle y en silencio equipamos nuestras bicis para una nueva etapa.
De nuevo el cielo está nublado y es una incógnita que hará. Salimos abrigados como el día anterior. Seguimos por la carretera por la que vinimos el día anterior hasta que pone Niksic, una ciudad Montenegrina antes de Podgorica. Cruzamos de nuevo el Drina y tenemos 23km hasta la frontera con Montenegro. La etapa transcurre por una carretera secundaria estrecha y en mal estado. Pasamos granjas y al comienzo hay casitas por todo. Gente de campo, vacas por la carretera y el río Drina a la derecha. Hasta la frontera es un constante sube y baja que no deja coger ritmo, de hecho te rompe mucho, ya que son repechos con desnivel y las bajadas, al estar el asfalto en mal estado no te lanzan, con lo que vamos muy lentos.
El río Drina es conocido por sus actividades de rafting, con lo que constantemente nos pasan furgonetas con barcas inflables en el techo llenas de gente con neopreno. Casi todas son transporter antiguas que nos pasan rozando y que no esperan a tener visibilidad. La carretera trasncurre a unos 300 metros más arriba y vamos por un cañón de paredes verticales llenas de vegetación. Estamos tan altos que no se escucha el agua.
Después de muchos toboganes, a punto de llegar a la frontera el sol asoma y podemos quitarnos algo de ropa, aunque las zonas de sombra pasamos frío. Bajamos una cuesta y de repente una fila con unas quince furgonetas haciendo cola para mostrar pasaportes. La bici tiene sus ventajas y lagartijeamos entre ellas y nos ponemos los primeros. A la última no le hace gracia, pero alguna ventaja tendremos ¿no? Después del cuño cruzamos un puente de hierro y madera de un solo carril, y se van acumulando los coches y el atasco está servido. Más que el paso fronterizo de un país europeo, parece el de uno del sur.
Comemos algo y vamos a por los últimos 27km de etapa, nos las prometemos felices, y el perfil nos da en la cara. Comenzamos con una subida de 5km, pasando antes por la cabina fronteriza y oficialmente entrar en el quinto país del viaje, Montenegro. Pensamos hacer ese recorrido en dos horas, pero ya sólo ese puerto nos supone una hora. Ahora estamos en el cañón del río Piva. Si el del Drina era una preciosidad, este es un espectáculo. Y llegamos a un puente desde el que vemos el río azul turquesa abajo encajado entre paredes rocosas. Llegamos por un túnel cavado en la piedra y ahí varios turistas observan la naturaleza. Desde el puente podemos ver la carretera que dibuja una línea por la pared en código morse por culpa de los túneles.
De primeras dos kilómetros al 10% que nos alejan más del río para llegar al lago Pivsko, 17km que nos separan del final de etapa. Desde la frontera hasta el final pasaremos por 71 túneles que agujerean la pared para que podamos llegar. Las luces rojas parpadeantes se quedan fijas en las bicis para hacernos notar en los túneles. Por suerte no hay mucho tráfico. Entre túnel y túnel vemos trozos de lago, aunque los árboles nos tapan parte de la vista y no hay un lugar diáfano para poder detenerse y engullir el paisaje. Parece que vamos por los Alpes italianos. Tenemos ganas de llegar y de terminar con tanto claro oscuro que tiene la vista confundida.
Por fin vemos Pluzine, pero está ahí arriba, tres kilómetros finales de subida que no sientan bien a las piernas cansadas. No ha sido etapa larga, pero los dos estamos agotados. Antes de llegar a la casa nos comemos los bocadillos que nos hemos preparado, ya que si nos liamos a subir alforjas y ducharnos pasará otra hora. Con la tripa ya apaciguada, iniciamos el ritual de llegada. Hoy dormimos de nuevo en hotel, el tiempo da lluvias a la noche y de nuevo necesitamos descansar.
Ruta en strava.
