75KM 540+
Antes de irnos a dormir comienza a llover muy fuerte. De momento estamos teniendo suerte y nos está respetando durante el día. También de contar con un refugio para la noche, ya que con lo que está cayendo casi seguro habría entrado agua dentro de la tienda. Pero todo se ve de otra manera bajo techo. Al atardecer los fourous hacen acto de presencia y nos obliga a ponernos camisa larga y pantalón largo, no hace mucho calor, pero el cuerpo pide ropa holgada y fresca, pero mejor cubrirnos, aun y todo tenemos picotazos que cuesta no rascarse. La luz en la ciudad se ha ido y después de varios relámpagos regresa y se enciende la luz de fuera, la de la clase no funciona porque los plafones no tienen fluorescentes. A fuera los mosquitos y coleópteros se arremolinan alrededor de la luz y pronto nos metemos a dormir para que no nos piquen de más.
Las diferentes tormentas nocturnas con el golpeo agresivo del agua sobre la uralita, pero caemos de nuevo en el sueño en cuanto nos acostumbramos al sonido. A las 6:00 suena el despertador, supuestamente tenemos de tiempo hasta las 8:00 que comienzan las clases. Vamos recogiendo todo poco a poco y antes de las siete ya pasa el profesor que nos abrió la clase, al ver que estamos desmontando la tienda de campaña se queda tranquilo. La ropa en estos días de lluvia y con esta humedad es casi imposible guardarla seca y si has sudado mucho durante la noche menos.
Sacamos las cosas fuera y es antes de las 7:00, poco a poco van llegando furgonetas cargadas de niños que bajan y entran en el patio, es una hora antes de la clase y los niños nos van rodeando. La mejor manera de entretenerlos es hacerles un vídeo de ellos haciendo lo que quieran y enseñárselo. Verse les encanta. Salimos por la puerta a la carretera y hay un charco enorme con unos tablones para evitar tener que meter los pies. Sheila se resbala y sin comenzar la etapa ya tiene el pie calado.
Sin salir del pueblo paramos en la gasolinera y no podemos echar super porque el depósito se ha llenado de agua y no puede usarse. Nuestra botella de combustible está casi vacía, por suerte al terminar etapa hay otra gasolinera, esperamos que funcione. Antes de salir del pueblo compramos pan, no hay panadería, con lo que te venden pan del día anterior ya revenido, pero como con hambre se come todo, no tenemos problema.
Ya por fin arrancamos la etapa, son las 7:30 y queremos llegar a Kango que está a 75km. La etapa comienza nublada y no sabemos hacia donde si inclinará la lluvia. Seguimos por un paisaje tropical, nos da la sensación de que la vegetación si cabe avanza más hacia la carretera. Si en un país con el tráfico tan intenso de camiones diario la carretera tiene casi un muro permanente de vegetación, no quiero imaginar si dejasen unos meses sin cortar la maleza, la carretera desaparecería. Eso tiene el punto a favor de sentir que estás en plena naturaleza con el sonido salvaje a ambos lados todo el rato, cuando subes una pequeña colina te asomas por encima de los árboles y ves un paisaje de copas en los que la niebla matinal aporta un escenario inaccesible.
Pequeños grupos de casas aparecen de vez en cuando, aquí todas son de madera y no parece que tengan problemas de agua y además muchas o casi todas están conectadas a la red eléctrica que nos acompaña toda la etapa. No sé si es el sistema real o que de todas las casas se conectan ilegalmente. Lo curioso es que ves una casa de madera muy básica con una antena parabólica. En uno de esos poblados una casa que parece cerrada tiene un porche enorme con una mesa y nos parece un buen sitio para desayunar. No nos hemos bajado de la bici y aparece Julian, un chico que nos dice que podemos usar ese espacio sin problema. Sacamos mangos, pan y nocilla y en el momento que nos paramos los fourous hacen acto de presencia. Por suerte Julian viene con un incienso para ahuyentar los más posibles. Comemos tranquilamente y antes de irnos nos despedimos. Por supuesto es del Real Madrid y no duda de que hoy ganará el partido de Champions. La dimensión que tiene el fútbol, la constante en nuestro viaje es algo que roza lo ridículo. Probablemente el fútbol sea una de las herramientas diplomáticas más fuerte que haya.
Mientras desayunamos pasa un convoy de camiones del ejército. No es el primero que vemos desde que hemos llegado. Lo curioso es que son blancos. Creemos que son franceses. Pasan pitando y sacando la mano por la ventanilla. Habremos visto casi cien camiones en todas las etapas, miles de soldados y el gasto que supone desplazar todos esos vehículo, alimentar y el armamento es incalculable. ¿Para qué? No lo sabemos, pero todo ese gasto que todos los países hacen bien enfocado mejoraría muchas cosas. Sin embargo miles de personas, vestirlas alimentarlas, entrenarlas, alojarlas, transportarlas… no acabas, es un gasto que se esfuma sin producir nada y asusta.
Seguimos la etapa, lo bueno de hoy es que salvo alguna rampa dura, es de lomas suaves y la temperatura es perfecta. No queremos que se nos pase este paisaje sin fijarlo en nuestras retinas, porque en pocos días llegaremos a Camerún y todo será muy diferente. Durante toda la etapa nos saludan desde las casas, desde los puestos que tienen bajo los árboles o desde la maleza un grito que nos dice hola, que no vemos pero que ellos si nos ven. Hace unos días era un mono colgado de un palo, hoy un gran roedor de medio metro y un lagarto verde y amarillo, no sabemos si son para comer, para la piel o para qué, tampoco por cuánto los venden. Seguro que la carne es buena, si nos la dan sin saber que es, lo mismo no sorprende para bien.
La etapa pasa relativamente rápido, la última parada encontramos un cenador en construcción con un techo de madera que destaca entre todas las casas que hemos ido viendo durante el día. Comemos un poco y nos ponemos crema solar. El sol que ha estado tímido todo el día asoma, pero a la vez las nubes claras se tiñen de negro, no sabemos si soltarán antes de que acabemos.
Estamos llegando a Kango y cruzamos el río Komo que en ese sitio se transforma en el río Gabón. Es un estuario que llega al mar desde ahí. Me extrañaba la altitud de 15msnm al cruzar el puente y al terminar la etapa entiendo por qué. Es muy probable que el agua sea salada por la llegada del agua que está a casi 80km. Desde el segundo puente subimos a Kango y es una ciudad poco agradable, muchos camiones aparcados, basura, muchos negocios, ruido. Como es hora de comer paramos en una zapatería que tiene una plancha donde calientan pollo y otra carnes. Como tiene arroz, nos sentamos en un banco que tiene entre los zapatos y los fuegos y nos sirve un buen par de platos. El precio de la comida es muy asequible y compensa no gastar dinero en comprar e invertir tiempo en cocinar.
Compramos algo de comida y agua para la cena y esta vez sí llenamos de gasolina la botella. No es la primera vez que nos ponen problemas para llenar medio litro, pero al final accede y nos marchamos en busca del colegio. Está dentro del pueblo. De repente nos encontramos con un muro blanco impoluto que ocupa una gran extensión. Es un colegio protestante y el recinto parece europeo. Está recién inaugurado, quizá sea el mejor que hemos visto en todos nuestros proyectos de África. Un profesor que además es pastor, Eko, nos da el visto bueno para dormir en una de las aulas y nos explica que la mujer del presidente es de ese pueblo y entendemos esa escuela desproporcionada.
Lleva tres meses y por las traseras ya hay basura acumulada, no hay agua en los baños y algunos están inundados. Para darnos la ducha llenamos un cubo en un grifo que hay fuera del que la gente de la comunidad llena garrafas de agua para sus casas. La ducha es en la trasera de una de las clases y en el aula tenemos luz, e incluso aire acondicionado, estamos en una burbuja que no desaprovechamos. Al atardecer Eko, el profesor viene con unos refrescos y charlamos con él sobre nuestro proyecto y sobre el contexto que vive África. Charla interesante. Luego hacemos la cena y a dormir que nos espera etapa dura para llegar a Libreville.