102KM 180+
Hemos quedado con Christo a las 8:00 y aunque nos gustaría poder despertarnos con la calma y disfrutar de estar en un parque nacional y con ese campamento. Nos levantamos antes de las 6:30 y aprovechamos el espacio para hacernos un café y desayunar decentemente. Lo hacemos rápido ya que pronto vendrán con el todoterreno. Nos quedan quince minutos y antes de marcharnos queremos ir al baño, pero escuchamos el traqueteo de las suspensiones entrando en la parcela. Nos hacen un gran favor y dejamos nuestras necesidades para otro rato. Subimos entre tres cada bici y las fijamos a las barras laterales para que no se muevan con la vibración del camino. Por el camino que nos saca de Onguma vemos huellas grandes que son de rinoceronte. Desde la inocencia te vez capaz de rodar por esos caminos, pero la realidad es que hay animales realmente peligrosos por todo.
Descargamos las bicis y nos despedimos de dos personas super generosas que nos han cuidado y acogido. La idea es hacer 70km hasta un poblado en la carretera. A las 8:00 estamos sobre la bici con un cielo nublado por donde se filtran los rayos de sol, es pura África. Tenemos 22km para salir a la nacional y un viento fortísimo nos impide pasar de 12km/h. Vamos muy lentos. Además a medio camino tengo que parar porque ese baño que no he usado, lo necesitaba y salto de la bici y las zarzas hasta refugiarme detrás de un árbol que me cubre poco, pero me protege algo. Tras la liberación seguimos peleando con el aire y más de una hora y media más tarde llegamos a la principal donde ahora sí, el aire juega a nuestro favor y nos lanzamos hacia Oshivelo, donde tenemos que comprar para cenar.
Con la paz del aire a favor y las fuerzas aún intactas rodamos rápido y pronto llegamos a un pueblo algo dejado, se ve que estamos lejos de la influencia de los turistas y hay más pobreza. La compra como siempre se hace eterna, hay colas enormes y la velocidad de atención es a cámara lenta. Se nos va una hora entre comprar, comer algo y filtrar. Niños echados en el suelo agotados de pasar hambre mientras las vacas pasan delante suya. Gente sentada en la puerta del supermercado pidiendo comida. El África que esperábamos acaba de llegar de golpe.
Nos vemos capaces de hacer algunos kilómetros más y ponemos en el mapa un colegio a 50km. Seguimos rodando a buen ritmo y las piernas responden, los kilómetros pasan fácil. El cielo está menos nublado que a la mañana y cuando aparece el sol suben muchos grados la temperatura, probablemente sea el día más caluroso del viaje y se nos seca la boca rápido. Hemos dejado las señales de elefantes, antílopes, facóceros atrás y aparecen las de vacas. No sólo las señales, también las vacas y las cabras, animales más mundanos. Regresamos a la normalidad y tendremos que visualizar los vídeos de elefantes y guepardos para ser conscientes de la suerte que hemos tenido, pero sobre todo, es probable que pasen años hasta que los volvamos a ver.
Relativamente rápido llegamos a Omupanda, hay un colegio a 750 metros de la carretera, pero es nuestro retorno a los caminos de arena. Diez minutos de empujones y sudores y alcanzamos una puerta con candado del colegio. Una chica sale a nuestro encuentro y le preguntamos. Al rato con pausa sale un profesor que nos abre la puerta y nos deja pasar, parece que podremos dormir en el cole. Nos lleva a la sombra de un árbol, se sienta y nos pregunta que queremos, le explicamos y dice que va a preguntar. Lo hace con desidia con la cara de que no quiere que durmamos ahí. Esperamos un buen rato y decidimos ponernos a filtrar para aprovechar el tiempo. Los grifos tienen candados porque la gente les roba el agua. La fuente es un depósito al que cada rato vienen chicos que están por el cole porque tienen un examen mañana. El profesor regresa y dice que son muchas gestiones y que no podemos dormir. Podía habernos ahorrado cuarenta minutos. Dice que ha hablado con un señor que tiene un negocio y que nos deja acampar gratis. Nos acompaña y nos mete por un camino con más arena si cabe, da la sensación de que lo hace por fastidiar. Nos ve empujar las bicis con sufrimiento y no hace nada por ayudar. Al final el sitio es la trasera de un bar que no transmite confianza. En ese mismo momento pregunta si podemos dormir y un chico nos enseña la parcela. El profesor se marcha como ha venido, con ninguna alegría. Algo me dice que no ha preguntado nada y regreso al bar, ahí me dicen que tengo que pagar y respecto a la seguridad que bajo mi responsabilidad. Esas palabras son el resorte que nos pone de nuevo en la carretera, hemos perdido dos horas valiosas y ojalá tuviéramos al profesor delante para soltarle cuatro verdades.
Es tarde y tenemos que encontrar algo pronto, Sheila entra en una finca y el dueño la trata mal y además hace preguntas y conclusiones sin sentido. Seguimos 6km más hasta una casa con muro que parece algo abandonada. Es un negocio familiar que en su día alojaba gente. La mujer nos pide bastante sólo por poner la tienda de campaña, pero hay veces que toca aceptar la realidad por un sitio seguro y que no caiga la noche. El lugar está desordenado, sucio, con varios perros asustados de las palizas que les habrán dado. Un hombre absolutamente borracho ronca en el coche con las puertas abiertas y un pie colgando en posición de querer bajar. No hay otra, hoy toca antro. Para colmo el agua la cortan y nos duchamos con un barreño, pero nos duchamos. La noche llega rápido sin haber escrito, editado ni estirado. Como no hemos comido nada porque el asunto del colegio se ha complicado, hacemos la cena relativamente pronto y a las 21:00 nos metemos en la tienda de campaña a ver si somos capaces de terminar las tareas antes de dormirnos.