39KM 40+
Durante la noche, hacia las 3:00 de la madrugada comienza a llover, lo hace tímida y constante. Es la primera luvia africana. Tenemos cuatro meses en el continente y asumimos que nos tocarán lluvias, sobre todo por la zona más tropical, pero no esperábamos cerca del desierto del Kalahari.
Sacamos las alforjas del cuarto, que dejamos cerradas para no tener visitas inesperadas. En ese momento sale Ineeling de su cuarto, no tiene pañuelo en la cabeza, luce unas trenas con extensiones hasta la mitad de la espalda que la rejuvenecen, parece otra. Lleva una chaqueta rosa muy elegante y se apoya en la pared de su casa. La pobreza no choca con el deseo de sentirse guapa y con poco y un vestido bonito salen de su rutina habitual. La imagen de mujeres de colores radiantes luciendo prendas hermosas se repite en casas de adobe a lo largo del continente.
Salimos por los caminos de arena despidiendo a nuestra anfitriona hasta una carretera llena de charcos. La etapa es corta y con un perfil similar a lo vivido hasta la fecha. La diferencia es un lluvia tartamuda que viene y va y nos obliga a pararnos varias veces a ponernos y quitarnos el chubasquero fino que llevamos. Por suerte no es muy intensa y no cala la ropa ni el calzado. No sabemos si es la lluvia o que esta zona es más verde, pero hay menos maleza seca que amarillea el paisaje y ahora hay isletas de hierba verdes que contrastan con lo vivido. Los árboles son algo más altos y no vemos esa llanura que se pierde en el horizonte.
Hemos salido temprano, la etapa es corta y pedaleamos a buen ritmo, pero saber que tenemos dos días de descanso por delante hace que se nos haga larga y tengamos ganas de llegar. Cerca de llegar a Kang, una furgoneta con un carro lleno de hierba para alimentar animales se orilla en el arcén y sale un hombre blanco con gorra y curtido del trabajo en el campo. “¿A dónde vais?”, “vamos a Kang, tres noches antes de ir al desierto del Kalahari”. Nos cuenta que tiene un lugar donde alojarnos, que es temporada baja y que nos va a cobrar sólo los gastos de limpieza: 7€. Nos muestra en el mapa donde es y quedamos con él allí. No sabemos que tal estará el sitio, pero sabemos que lo más barato en Kang es 30€ la noche y algunos son muy precarios. Así que contentos. Al llegar es un hotel con piscina, la mujer de recepción nos da a elegir entre dos habitaciones, una tiene un patio para dejar las bicis y mucho espacio. No nos lo podemos creer, pero agradecemos la suerte. Para compensar desayunamos y comemos en el hotel aunque sea más caro que cocinarnos nosotros durante toda la estancia.
Así que los dos días y medio suponen un descanso necesario, ya que desde que aterrizamos en África, hemos ido algo estresados y algo bajos de salud por los aires acondicionados del avión donde nos resfriamos y el envío del artículo supuso poco descanso. El pueblo está a 4km, es una recta con farolas alimentadas por una placa solar y al llegar hay algunos bares donde la música suena alta y varias personas están evidentemente ebrias. Acostumbrados a los países musulmanes donde raro era ver a alguien borracho, aquí ya hay establecimientos de venta de alcohol y muchos se refugian en él para escapar de su realidad.
El supermercado en el centro como siempre es un caos de personas, bastante suciedad de cajas y plásticos fuera y mendigos pidiendo en la puerta. Mientras Shei compra vigilo las bicis que ya tienen algunos ojos sobre ellas, un despiste y se nos arruina el viaje. Entiendo que en su situación, buscar la manera de conseguir algo de dinero es lo normal. Comprar en supermercados locales es armarse de paciencia, por la cantidad de gente, por la falta de ofertas y por que tienen su ritmo. Cuarenta minutos después sale Shei con cara de sácame de aquí y regresamos a nuestro oasis en Kang. La siguientes etapas transcurren en el desierto del Kalahari y siete etapas, cuatro son por caminos de tierra y muy poco abastecimiento con lo que tendremos que anticipar bien nuestras reservas y los puntos de agua y de acampada.
Dos días de descanso donde el calor de días previos no existe por el viento y la lluvia y nos priva de disfrutar de la piscina que no creo que veamos en mucho tiempo. Lavamos ropa, actualizamos web, anticipamos itinerarios o dudas que tenemos en los países que tendremos más adelante. Que el tiempo vuela y a ciertos trámites que hay que hacerlos con tiempo.
