79KM 730+
Nos levantamos pronto, la idea es salir a las 7:00 ya que la etapa se antoja dura. Conforme comenzamos a sacar las alforjas a las bicis, Akram y Mutabar ya están despiertos. Nos miran montarlas y se les ve algo tristes. Nos metemos a tomar un café con ellos y con el traductor nos decimos lo contentos que hemos estado de conocernos. Con el deseo de vernos algún día en el futuro. Durante una semana se han convertido en nuestros padres y nos han cuidado como en casa. Se ha creado un vínculo precioso y sin hablar el mismo idioma, no queremos imaginar que habría pasado si nos hubiéramos podido entender. En ese momento te dan ganas de proponerles quedarte un tiempo y ayudarles en las labores del campo, pero el proyecto avanza y nos ocurrirá muchas veces que tendremos que dejar atrás personas que nos marquen en positivo. Nos hacemos la foto y nos despedimos entre lágrimas, salimos del camino de tierra con la imagen de los dos mirando como nos alejamos, estaremos siempre agradecidos.
Los primeros 10km serán los únicos favorables que vamos a tener en el día. El asfalto no está en muy buen estado, pero si mucho mejor que lo que nos espera. En media hora estamos en el cruce de Bulok, donde estuvimos en el mercado el domingo. Ahora las calles están vacías y parece otro lugar, casi sin coches y la zona del bazar está sin un alma, sin vida, solo un suelo de gravilla y mesas silenciosas, dormidas. Al terminar ese pueblo estaremos 36km sin poblaciones ni abastecimiento, a priori parece poco, pero con esa carretera, es otra cosa. Pedaleamos con ganas, con energía y sintiendo que los días de descanso nos han sentado bien. Estamos felices de retomar la bici y de regresar a la rutina de saludar a todo el mundo. Unas mujeres esperan a un transporte y la luz de la mañana es muy buena, me dejan hacerles una foto y una de ellas, casi anciana, se acerca y nos da su bendición, todo son buenas palabras, se percibe.
Al poco rato vemos donde nos desviamos hace una semana por el curso del río para ir a Shaydon, desde ahí comienza nuestra tortura. El asfalto empeora de golpe, el perfil pica hacia arriba y comienza un ligero viento en contra. Aunque nos encontramos bien, a las 10:20 llevamos 32km, momento en el que decidimos dejar la carretera principal para ir por un camino que va más recto hacia nuestro final de etapa. El asfalto es terrible y serían 10km más de etapa, confiamos en que el camino no sea muy malo. Pero no, además de gravilla, hay unas ondulaciones permanentes que no dejan pedalear con ritmo, son muy molestas porque botas todo el rato y la bici se resiente. El paisaje es de película apocalíptica, montañas de tierra oscura, una camino de tierra que serpentea por el horizonte. El viento arrecia y suma un matiz de dureza a la etapa. Por momentos surgen desvíos y en dos ocasiones nos falla el mapa y perdemos la ruta. Furgonetas que pasan nos preguntan qué hacemos ahí, mejor la carretera. Es verdad que el paisaje es más bonito y estamos tranquilos, pero está siendo muy dura. Dos horas y media más tarde hemos hecho 19km para llegar a Karhaginzil, un pueblo apartado con casas esparcidas y justo cuando salen los alumnos de la escuela. La única bajada del día ha sido una tortura ya que las ondulaciones hacían gritar la bici y nuestros huesos. Buscamos una sombra y en ese momento llega un hombre, es el profesor del cole y nos dice algo y detectamos la palabra “çay”. Aceptamos ese té y le seguimos hasta su casa. Hay varios niños y una mujer con un bebe en brazos sale a saludarnos. Los niños se revolucionan y entusiasman con la sorprendente visita. Pasamos a una de las salas donde duermen y nos sentamos en el suelo que lo necesitamos. Traen fruta, té, pan y chocolatinas. Sólo comemos nosotros, pero tenemos hambre, no hemos desayunado y es la 13:00. Están contentos con la visita, pero no hablan inglés y tampoco hay cobertura. Logramos decir que salimos de Shaydon y que somos de España. Tras reponer fuerzas y descansar un poco, nos despedimos con la foto de rigor y subimos una cuesta que nos lleva a la carretera. Mantenemos la esperanza de que será mejor. La realidad es que seguimos con un asfalto roto y ahora el viento supera los 40km/h. Bajamos de 900msnm a 570msnm, con porcentajes de -3 y hacer 13km nos cuesta más de una hora. Tenemos que pedalear con fuerza y esquivar constantemente agujeros. A los 67km vemos una caseta en un desvío que nos lleva a Choruk y aprovechamos su sombra. Estamos fundidos, pero tenemos que avanzar para que los días que quedan no sean muy largos y sobre todo porque no hay nada donde acampar decente. Tras algo de picoteo y descanso salimos con el cuerpo arrojando la toalla al ring, pero se la tiramos a la cara.
El objetivo hacer 18km y pasar Choruk, pero si cabe es el peor asfalto del día y con seguridad de nuestra vida en bici. Muchos ratos desaparece, tierra, agujeros, gravilla y viento, mucho viento. Un perfil plano a 7km/h. Tiende ligeramente hacia arriba, pero el firme y el aire nos obligan a parar varias veces para respirar y beber agua, la boca se seca con el viento. El agua hoy vuela. A los 10km nuestro cuerpo dice basta, vemos una casa en obras y no hay nadie a la vista. De hecho hay decenas de casas en construcción, pero esta ya tiene el techo y algunas paredes. Salimos por un camino de tierra hasta ella y metemos por una ventana todo. Son más de las 18:00 de la tarde, casi once horas de etapa. Estamos fundidos. Montamos tienda de campaña y nos sentamos un poco a contemplar como el sol desaparece por el horizonte. Lo justo estiramos, preparamos la cena y respiramos. La energía que sentíamos a los 15km de etapa se ha desvanecido.
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Una publicación compartida de Y OS LO CUENTO/RUMBOS OLVIDADOS (@yoslocuento)
