Uzbekistán tiene un 80% de desierto, hemos viajado en tren a Bujara y arrancamos desde ahí cuatro etapas a Samarcanda con la idea de dormir tres noches de acampada. La etapa está resultando dura por el calor y el viento y los campos de cultivo y que todo son parcelas privadas dificultan encontrar algo decente para dormir. En Dul Dul vemos una casa en obras y preguntamos a los dueños. Judai, un hombre grande, con una mirada amable nos dice que mejor que en esa casa en obras lo hagamos a cubierto en una casi acabada que tienen al lado de su casa. Montamos campamento y pasamos la tarde con el sonido de las gallinas, la vaca y los pájaros. A la noche toca recoger el campamento antes de dormir y desde dentro de la tienda de campaña se escucha a Sheila plegar la silla para meterla en el bolso.