
Amanecemos en Ovasaray, la etapa nos regala 24km de puerto y 1000 positivos para empezar el día. Salimos sin desayunar y marcamos Kervansaray, un pueblito en mitad de la nada como lugar para hacerlo. Más de dos horas después llegamos cansados, con mucha hambre y un banquito a la sombra es el lugar perfecto. Una mujer local, muy mayor se sienta con nosotros y no para de hablar, es el sonido perfecto, pero me parece descortés sacar el móvil y grabarle. Cuando se marcha nos damos cuenta de que las vacas al comer no paran de resonar sus cencerros y me acerco a verlas.