Es nuestro último día en Bulgaria, a pesar de la tormenta inesperada de la tarde anterior, la noche se queda tranquila hasta que los gallos comienzan a cacarear desde las 4:00 de la mañana y desde ahí se convierte en un bucle de marcar territorio en el que ya no habrá silencio hasta levantarnos. Los pájaros rellenan los ratos en el que los gallos callan.