136KM 510+
El ruido de las ratas por el techo y que a punto de dormir caigan gusanos pequeños en la cabeza y tengas que dormir al revés no ayuda a descansar. Queremos hacer una etapa larga y madrugamos para evitar que la lluvia nos pille en mitad de la etapa. El objetivo es llegar a Pont Niari que está a 90km.
A las 7:00 estamos sobre la bici saliendo de las calles de Dolissie. Aunque es una ciudad pequeña, nos lleva casi 7km dejar la influencia urbana No hay excesivo jaleo, es domingo y es pronto. Aun y todo hay meneo de taxis y de gente por los arcenes que nos saluda con alegría. Entramos en la N3 por un peaje y hay mucha gente haciendo deporte a esas horas, incluso vemos a un chico con patines en línea. Los mojones de la carretera ya indican 230km a la frontera. Hace nada estábamos entrando en Congo y ya tenemos un referencia para dejarlo. Estas etapas las tengo marcadas en rojo desde que planee el viaje. Voy a ciegas porque google maps no se ve, son de tierra y llueve mucho, pueden ser un infierno.
Tenemos 55km de carretera sin coches, con un sube y baja suave. El paisaje es tan diferente a la etapa anterior a Dolissie que parece otro lugar, llanuras verdes de hierba, casi sin árboles hasta unas montañas que se ven a lo lejos. De vez en cuando se ven pobladitos de casas. Estos tiene suerte y la carretera aún llega a sus casas, pero pronto entramos a un camino rojo donde todo cambia. Hace sol y calor y como no ha llovido mucho los días anteriores está seco. Con lo que rodamos más rápido de lo que pensamos. Tanto que nos planteamos llegar hasta el lugar que nos habíamos marcado como final de etapa de mañana, Loubetsi. Es muy ambicioso, pero que no llueva y los caminos estén secos es mucha suerte y el clima aquí es muy cambiante, y la ruta puede ser un infierno. A los pocos kilómetros de salir del asfalto llegamos a un cruce de caminos, Mila Mila. Se ve que es zona de mercado. Hay coches cargados con todo encima del techo parados donde el mercado, algún camión y nosotros nos detenemos a comprar unos plátanos y algo de agua por lo que pueda venir.
Hay un puesto de policía y de malas maneras nos llaman para que les mostremos el pasaporte. Les decimos si puede ser una foto en el móvil para ver los datos, pero se niegan y tenemos que desmontar todo para enseñarles el documento. Antes de darme cuenta, Sheila ya está de regreso, “no ha hecho ni apuntar”. Muchas veces llevan registro de extranjeros, pero otras es demostrar su autoridad. Con el policía contento, compramos plátanos, y me acerco a una tienda que hay detrás para pillar agua. En la carretera parado un camión con troncos enormes que necesitan un extra en la gabarra. Varios de estos mastodontes nos adelantan por el camino y es el problema de África, Amazonas y otras selvas del planeta, hay una tala descontrolada sin reforestación que está acabando con los ecosistemas.
Nos quedan 70km para terminar etapa, parecen pocos, ya que vamos bien de media, pero casi todo ha sido por carretera. Nos lanzamos por los caminos donde el ritmo no es malo, pero de vez en cuando hay que buscar la línea con menos baches y algún charco se mantiene a pesar del calor. Los pocos vehículos que nos pasan son camiones cargados de mercancía donde la gente va subida encima. Uno coche nos pasa a gran velocidad con varias cosas sobre el techo, una rueda en la cima y un chico sentado sin agarrarse a nada dando la espalda a la marcha, cualquier frenazo es muerte segura.
Llevamos casi 5 horas y pasamos un parche de asfalto sobre el puente que cruza el río Nairi. Es muy ancho y la carretera dura eso, regresamos a la tierra. Estamos cansados, acalorados, pero sentimos que podemos llegar a Loubetsi. Bebemos algo de agua, intentamos beber por el camino, pero el terreno es muy irregular y no es fácil rodar con una mano. Como vamos a ciegas a los 100km aparece un pueblo que no sabemos que existe, tiene colegio, tiendas e iglesia, no es mal sitio para parar, pero preferimos seguir. Antes nos tomamos un refresco caliente ya que no hay luz y un chico se acerca para que vayamos a la gendarmería para que nos vean el pasaporte, regresamos al comienzo del pueblo y el hombre es muy amable, nos dice que quedan 35km para acabar, antes de salir del pueblo un hombre nos silba desde la policía, le decimos que ya nos han mirado el pasaporte y dice que son diferentes, echado en una silla hace un gesto para que vayamos sin moverse un pelo. Tiene pinta de ser otro cacique como el de Mila Mila. Suelen tener hasta el gesto y la complexión parecida, tendentes a la obesidad que les da comer bien por los extras de corrupción que se sacan.
Salimos a por Loubetsi, pero pasados los 120km tenemos que parar para comer algo y refrescarnos, no hay árboles cerca del camino que hagan sombra y nos refugiamos debajo de las bicis. Nos notamos ya congestionados y con muchas ganas de acabar, quedan 15km que pasan caracoleando por el marcador, remolonean los metros y desespera. Cada vez hay más parches de barro y agua. En un momento dado comienza a haber más vegetación y cruzamos un pueblo en el que nos indican que queda poco. En cada pueblo vamos saludando a la gente. Tenemos muchas ganas de acabar y por fin llegamos a la entrada del pueblo, sabemos que hay una iglesia y preguntamos por ella, justo está al final del pueblo. Ahí hay una tienda de comida hecha de madera y el dueño es el jefe del pueblo y lo que parece el cura. Nos recibe a la paz de Dios. Le preguntamos para dormir y nos dice que está en construcción, pero que podemos dormir detrás. No nos suele gustar dormir en las parcelas de la gente, pero puede llover, es tarde y queremos acabar. Resulta que detrás hay tres barracones de adobe con doce cuartos de 2×2. Son muy precarios, pero harán su papel. Nos traen dos cubos de agua y nos duchamos dentro del recinto del jefe del pueblo en una ducha hecha con chapas de metal y maderas. Todo está muy sucio y por la valla se secan prendas de ropa. Nos quitamos el barro y la crema solar de varias capas que ha creado una pasta marrón sobre la piel. Entre la humedad y la paliza no dejamos de sudar en más de una hora. Nos sentamos en unas sillas que nos traen y los dos estamos muy cansados. Necesitamos tumbarnos pero el cuarto es un hervidero. Tenemos hambre sólo hemos comido fruta durante el día. Comienza a oscurecer y mientras edito el vídeo Shei prepara unos noodles al remojo y comemos el aguacate con pan que hemos comprado. Entra muy bien. Hoy no escribo etapa, ni paso vídeos al ordenador, no tengo espacio cómodo para ello y además quiero descansar.
El jefe nos propone llevar las bicis a su casa para guardarlas, pero queremos madrugar, con lo que hacemos un tetris en nuestro cubículo y apilamos las maletas en los 40cm que quedan de la cama a la pared y ponemos una bici encima. La otra en los otros 40cm que hay del lateral a la pared. Ahora si necesitamos algo de las alforjas tendrá que esperar. Por lo menos nos ha puesto una mosquitera, nos encerramos en ella y tratamos de dormir, pero hace mucho calor. Poco a poco conciliamos el sueño y en mitad de la noche escucho un ruido dentro de la habitación, es una rata mordiendo la bolsa donde va la comida. Tras asegurarnos de que no está dentro, metemos toda la comida y la bolsa con un agujero la colgamos del pedal. El resto de la noche nos despertamos de vez en cuando con la sensación de que está mordiendo las alforjas.
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Una publicación compartida de Y OS LO CUENTO/RUMBOS OLVIDADOS (@yoslocuento)