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ETAPA 96 NGWATLE-KULE

150KM EN COCHE-20KM 60+

Descansamos plácidamente en la tienda de campaña y antes de que amanezca el chico del cuarto sale y se va a trabajar. Nosotros tardamos un poco más en levantarnos. Antes de comenzar a recoger todo termino el vídeo de la etapa anterior para que no se acumule la labor.

El sol sale delante nuestra y nos regala un buen amanecer. En poco tiempo, en cuanto el círculo rojo pasa a amarillo, la temperatura sube varios grados. La noche ha sido fresca, buena temperatura para dormir, pero en nada, ya estamos sudando. Cerramos alforjas y recogemos la tienda de campaña, pero no montamos las bicis, en un rato nos viene a buscar Moqueni y Dukepo para llevarnos hasta Ncojane. Nos resguardamos del sol sentados a la sombra del depósito y vemos como comienza el día en el pueblo. Varias vacas beben agua que se rebosa de un depósito, niños pasan con burros y personas que pasan nos saludan. Estamos en horario africano y llegan media hora tarde, dentro de lo esperado.

El coche es una suv de cuatro plazas y sin vaca. De primeras el conductor suda tinta porque no ve viable meter todo dentro más cuatro personas. Miro el interior y le digo que baje el sillón doble, quito ruedas delanteras y meto las dos bicis enfrentadas y los bolsos en los huecos. Se relaja pero ve que hay tres plazas para cuatro, le digo que Shei irá encima de mí, que no se preocupe. Ahora sí, se queda tranquilo. Cerra el maletero y subimos. Ninguna de las puertas tiene manilla, ni dentro ni fuera. Además lleva varias garrafas de agua extras que más tarde vemos para que sirven.

Sin arrancar nos dicen por donde queremos ir, nosotros no tenemos ni idea, le decimos que por el que mejor sea para el coche y para él. Así que salen al camino principal y la pista es menos arenosa de lo que pensamos. Incluso avanzamos rápido. El coche no tiene casi suspensiones, algún pitido no deja de sonar en todo el rato y los neumáticos están desgastados con lo que cuando hay arena culea un poco.

Cuando llevamos una hora más o menos, según mis cálculos deberíamos estar en Ukwi, pero aparecemos en un pueblo que se llama Ncaang. Una señal pone Ukwi a la izquierda, pero seguimos rectos por un camino de arena. Al mirar el mapa estamos mucho más lejos de lo esperado, ellos dicen que por ahí es más rápido pero vamos a hacer 40km más y por caminos de arena. La paradoja es que no tenían combustible y el día anterior pagamos 400 pulas en Zutshwa para que le llevaran gasoil a Ngwatle y hoy hace más kilómetros. Es su coche y nosotros vamos a llegar a destino, así que nos acomodamos lo que podemos y miramos el paisaje. Estamos mucho más apartados y de vez en cuando vemos avestruces y antílopes. Dan ganas de ir a un lugar donde haya muchos animales y poder verlos con calma.

Durante el camino de arena Moqueni para el coche para ponerle agua al radiador. Para eso eran las garrafas. Abre con calma para que salga el vapor, el coche está ardiendo y espera a que se enfríe para que no se evapore el agua conforme entra. Esa operación la repetimos un par de veces por caminos de arena de playa. A ratos tememos que esas ruedas casi lisas no traccionen y nos quedamos ahí. Por no hablar del sonido interior que anuncia futuras averías. La rueda trasera derecha emite un sonido constante de que algo roza. El conductor lo obvia, nosotros también.

Después de casi tres horas salimos a una pista de grava, en bici sería muy dura, pero con el coche deja ir a 50km/h. Nos quedan aún 75km para llegar a Ncojane. Como hay más piedras el coche sufre más. Nosotros ya hemos agotado todas las posturas y pensamos en todas las personas que viajan hacinadas en vehículos o en los bajos para llegar a Europa. Qué capacidad, qué dureza, y Europa juzgando porqué vienen tanto inmigrantes… lo primero Europa no es de nadie y todo el mundo tiene derecho a vivir en ella y lo segundo, nadie arriesga la vida si es feliz en su casa.

Después de cuatro horas llegamos a destino. Son ya las 12:00 y el sol calienta mucho. Descargamos todo en una parada de bus que tiene sombra. El precio por ese viaje ha sido de 52€, para África es dinero, pero es cierto que el camino era malo y ha sido largo. Nos quedamos montando las bicis y nos despedimos de la pareja que tiene un largo regreso. En este tipo de viajes, de regreso aprovechan para montar a gente y sacar un dinero extra, pero en todo el día no nos hemos cruzado con nadie hasta el final.

En el pueblo hay algunas tiendecitas para comprar, una mujer mayor, profesora en Makunda, nos señala un restaurante que tiene tienda a cien metros. Ella espera una furgoneta que le lleve a Charles Hill, donde iremos mañana. Una tiendecita sencilla con varias estanterías donde los artículos se apilan para ocupar más. Entre lote de latas y lote de latas hay varios centímetros. Lo hemos visto en muchas tiendas que las estanterías están aparentemente vacías y hay un poco de cada cosa. No tiene pan, pero tiene noodles para la noche. La que atiende es una mujer muy obesa y aún más risueña, nos saluda con mucha alegría. Nos sentamos fuera a comer algo, que llevamos sin comer desde el día anterior. Pedimos dos cafés y en ese rato muchas personas entran y salen de la tienda. Al final nos hacemos varias fotos con los trabajadores del restaurante y de la tienda y la mujer está feliz. Con la tripa llena de pan de molde con crema de cacahuete y café salimos a los más de 30º. Antes de irnos buscamos otra tienda donde poder comprar pan para el día siguiente.

Son ya las 14:00 y haremos pocos kilómetros hasta Kule. No más, ya que el siguiente pueblo es Makunda a 93km. Tenemos viento en contra y sin humedad, la boca se nos seca de respirar y por suerte hemos llenado todas las botellas de agua porque cada poco tenemos que beber.

Agradecemos el asfalto y poder ir el uno junto al otro charlando. Nos cruzamos con unos chicos en burro, pero en los 20km no nos pasa ningún coche, en unos días cuando vayamos hacia Namibia será muy diferente. Lentos por el viento, pero pronto llegamos a Kule y buscamos el colegio de primaria que está casi al final. Es fin de semana y está cerrado, pero hay una chica vigilando y le preguntamos si podemos dormir. Llama a la headmaster y nos dice que sí. Abre la valla y nos lleva a una clase al final del patio. El reciento se ve muy cuidado. Los baños están bastante dejados, algunos con muchas avispas que impiden el paso. Buscamos un lugar a resguardo y ponemos la bolsa de agua para ducharnos. El resto de la tarde la pasamos fuera del aula porque hay miles de mosquitos en el falso techo que emiten un sonido agudo que asusta. Escribimos la etapa, comemos nuestros noodles fríos y nos vamos a la cama, que está vez sí, nos ha dado tiempo a todo. 

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